Me la paso entre papeles y libros, revisando miles de archivos acumulados en mi computadora. Ya la memoria selectiva de uno no aguanta tanta información, datos, recuerdos, fichas enumeradas, y me lleno de dolor cuando no puedo recordar un dato, un viejo apunte, una cita o el autor de un libro que leí hace años. En eso me la paso. He tenido cuatro bibliotecas, una con cada esposa que he tenido, y ellas (las bibliotecas) también se divorciaron de mí, y no las pude recuperar. Cómo duelen esas cosas. Porque los libros son como nuestros hijos o como las amantes, siempre en nuestra mente, en nuestras ideas y pensamientos. Y en estos recorridos uno se identifica con viejos trabajos que nos han dado fortaleza y coraje para seguir en esta lucha. Pues bien, y me he encontrado con un artículo publicado en la década de los ochenta, por mi hermano Argenis, en uno de esos tantos diarios en los que escribía. El título es “Ustedes, vende patria”.
En ese artículo él decía:
Yo soy un maldito escritor. Estoy aquí muriéndome de hambre porque me da vergüenza pedir. Tengo una beca que no me sirve ni para pagar el apartamento y encima me la pagan retrasada. Con dos o tres meses o algo así. Ahora estoy esperando que los yanquis y los países europeos invadan esto para medio vivir. Porque de esa forma, al fin, podré irme a los llanos y tratar de hacer guerra de guerrillas contra los invasores y comer aunque sea una vez al día. Y yo tengo experiencia en estos menesteres. Y creo que es una vida más fácil que la que llevo.
Ya no quiero seguir leyendo. (Estoy ciego). Pero podría pegar una bala allí donde tú me indiques.
Creo que las élites existen.
Pero que la verdadera élite está en el pueblo, en la gente pobre y miserable.
Creo que la élite es el hambriento.
el miserable,
el que vive de sus propias manos
y no de los que viven de las manos de los demás,
como estamos acostumbrados aquí
y los que escriben en los periódicos.
(Un tipo que se dice germano o europeo (que en nuestro caso es lo mismo) dice que escribió sobre Picasso cuando Picasso ya era conocido por la masa, el pueblo o la chusma.
Y eso es mentira.
Ni el pueblo ni los miserables ni la chusma conocen a Picasso.
A Picasso lo conocen los snob, los estúpidos y los que se creen ricos y engreídos. Y que no saben escribir pero se las echan.
Tienen dinero, vaya uno a saber cómo lo han conseguido. (Pues detrás de cada fortuna hay un crimen).
Tienen poder y una mujercita que se gana el dinero que le podría servir a cien personas.
Pero ellos hablan de la cultura y justifican su pereza, su incultura (¡Oh, pero son tan ricos que les valdría ser cultos!) y ganan miles de bolívares (pero ellos los cobran en dólares) en las gobernaciones.
Y los gobiernos y los gobernantes se les inclinan.
Y después escriben: “El pueblo, la chusma, no tiene derecho a la cultura avanzada, sino a la cultura caduca, vieja, estereotipada y por eso yo escribí sobre Picasso y todo el mundo lo entendió.”
¿Por qué?
Porque Picasso había pasado de moda.
Idiotas, ustedes tienen dinero, habido de quien sabe qué forma y de paso elogian a Borges porque ustedes se lo creen inglés, traidor y antisudamericano. Y no es así. Es distinto. Borges escribe en español y con ese subdesarrollo español ha hecho su obra.
Y no se preocupen por mí, que lo mismo me voy a las Malvinas, a Guyana (como dicen ustedes) o a Trinidad, donde, por órdenes de los imperialismos, nos están provocando. ¡Gente como ustedes, lacayos, antielitescos! Y no quiero verlos en mis manos.
¡Ay, otro sería el cantar!