En días recientes, para ser más preciso el pasado martes 06 del presente mes fui informado por la red de usuarios de twitter de la suspensión del programa “Los papeles de Mandinga” que se venía transmitiendo por Venezolana de Televisión en lugar del también suspendido Programa “La Hojilla” de Mario Silva. Ante los comentarios vertidos a la red social antes mencionada tomé la resolución de ver el video del programa y debo confesar que quedé desconcertado por los análisis del conductor del programa y convencido de lo acertada de la resolución tomada ya sea por el Canal de Televisión o por el Ejecutivo Nacional.
Me resultó muy extraña la forma en que el Sr. Alberto Nolia critica a la Misión Patria Segura cuyo objetivo principal es la construcción de una Venezuela de paz y convivencia. Con esta acción se suma bajo la apariencia de una crítica revolucionaria a un escuálido grupo de comunicadores sociales y medios impresos empeñados en mantener en zozobra a gran parte de la población venezolana.
Pareciera que confunde Control de Armas con Lucha Armada como bien lo explica Keymer Avila http://www.aporrea.org/ideologia/a171470.htmlExtraordinario y cuando para justificar la tenencia indiscriminada de armas, invoca que el arma no mata sino quien la esgrime, olvida que quien está armado acomete acciones que obviaría de no estarlo; en otras palabras: Más que buscar la diferencia entre el hombre y/o la mujer y el arma, hay que hacerlo entre el hombre y/o la mujer cuando están armados y cuando están desarmados.
En este programa su conductor utilizando el canal oficial del Estado Venezolano se convirtió en un factor impulsor de la guerra de cuarta generación, contrastando el sosiego resultante de la aplicación de la Misión Patria Segura. Me pregunto si el Sr. Nolia estará preocupado como gente decente que debe ser, de no poder portar un arma para su defensa personal y por ello esgrime un lenguaje que traducido al inglés coincide con el de Charlton Heston en su defensa del uso del rifle y otras armas por los recatados y pudorosos estadounidenses. Esta es una prueba más de que en Revolución lo extraordinario se hace cotidiano.