En virtud de la pregonada lucha anti corrupción que creemos está haciendo excelentemente el gobierno del ciudadano Nicolás Maduro se nos ocurre preguntarnos hasta qué punto la balanza de la justicia está equilibrada tanto para la izquierda como para la derecha.
Sabemos de numerosos y sonados casos públicos y notorios de funcionarios activos del gobierno que errando sus funciones incurrieron en prácticas dolosas que inevitablemente, y como tiene que ser, condujeron a que fueran sancionados por los organismos encargados de aplicar la justicia en el país.
No obstante, como dato curioso, resalta el hecho de que desde distintos flancos hay muchos voceros del gobierno que, pruebas en mano extensamente documentadas, han intentado demostrar fehacientemente ilícitos en los que presuntamente han incurrido numerosos personajes ligados a la oposición venezolana sin que hasta ahora pareciera que la aplicación de la justicia alcanzara para ellos porque por allí andan campantes, sonrientes y tranquilos como si nada y, por supuesto, haciéndose las víctimas, los perseguidos y los sufridos.
Pasan los días, semanas, meses y años y pruebas van y vienen y los acusados hasta se dan el lujo de tomarse unas vacaciones en el exterior con dólares CADIVI, o sino deciden quedarse recorriendo en sus camionetotas lo largo y ancho del territorio de nuestra patria siempre felices y tranquilos.
¿Será que esto tiene algo que ver con el poder económico de algunos individuos? ¿Será que infringir las leyes y salir airoso forma parte de las ventajas de estar apadrinado por el Tío Sam? ¿Será que las sanciones que acarrea la aplicación de la justicia son solamente para unos pocos? ¿Qué cantidad de pruebas hace falta para que sea apresado un delincuente? Estas y muchas más interrogantes se nos ocurren ahora que también se está haciendo un llamado a que se actúe cada vez con mayor eficiencia, llamado que esperamos que no caiga en oídos sordos.
La anécdota cuenta que una gallinita fue buscando a cada uno de los animales del bosque para decirle que el cielo se estaba cayendo. Al final, angustiados y preocupados consideraron oportuno consultar a la zorra para que gracias a su astucia aconsejara qué podían hacer. Sin pensarlo mucho la recomendación de la zorra fue que entraran a su cueva y allí aprovechó para comérselos a todos.
Esto es lo que no queremos que pase en el país. Que se diga tantas veces con tantas pruebas y pruebas que existen hechos dolosos y que cuando se revise el papel de quien creemos que tiene la solución nos demos cuenta que las cosas salieron peor a lo que esperábamos. Es decir, que fuimos conscientes de que era necesaria la aplicación de justicia pero que no se actuó al respecto y al final terminemos siendo perjudicados por quien debió ayudarnos. En otras palabras, esperamos que pueda verse en la sociedad venezolana que la aplicación de la justicia vaya más allá de un pregonar “se hará justicia” y verdaderamente se aplique a todos por igual.