“La gente se inconforma cuando se ve obligada a comprar mucho más caro de lo que debería; cuando un corrupto, vestido de rojito, le pide dinero para un trámite; cuando lo atracan o roban en la calle y, cuando le matan a un familiar o ser querido. La gente se indigna cuando un agente policial, un fiscal de tránsito o un guardia nacional, le quita dinero o los productos que transporta en una alcabala que está concebida para proteger a la ciudadanía. La gente se arrecha, se arrecha en contra del gobierno, quien debe, por ley, regular precios, impedir la corrupción y ofrecer seguridad a todos.
¡Que Dios nos agarre confesao!.” Heriberto Gómez
Así concluye, este insigne profesor universitario de la ULA, su articulo publicado en la página de Aporrea. 30/09. Titulado: “La especulación-inflación, corrupción e inseguridad están matando a la revolución”. (http://aporrea.org/
Después de leer el señalado escrito, lo que le provoca es gritar a todo pulmón, lo que está expresado en el titulo de éste articulo.
Me niego a mantener y promover esa visión apocalíptica de nuestro PAIS y de la acción de nuestro GOBIERNO.
Decir que todo es una mierda y que nada sirve para nada, sin presentar soluciones y sin analizar las causas que las originan, me parece un flaco servicio a la causa revolucionaria. Que eso lo haga la gente de la oposición y sus medios, me parece de lo más normal, pero a nosotros, que decimos defender este proceso, no nos queda nada bonito.
Todo lo que el profesor Gómez escribe, en su artículo ya señalado, es verdad. Eso lo estamos viviendo y sufriendo, pero quienes van a revertir esa situación?. ¿La Mafia Amarilla?. ¿Fedecamaras? ¿Las universidades autónomas?. ¿La CIA?. . Quien carajo nos puede sacar de esta vaina?. La respuesta es muy obvia: ¡NOSOTROS Y SOLO NOSOTROS¡ si le ponemos corazón al asunto y nos deslastramos de los valores del Capitalismo que están atornillados en nuestra conciencia y nuestro accionar diario.
Una revolución, no es un asunto fortuito, que nace y se desarrolla por carambola o por que un líder mesiánico la decreta. Una revolución, cuando es verdadera, es el resultado de condiciones históricas que convergen en un proyecto de nación, al cual se adhieren sus ciudadanos que la impulsan y la concretan en nuevas relaciones sociales. Es imposible que algo esté matando a una revolución. Puede estarla deteniendo, o desvirtuándola hacia proyectos no identificados o asumidos por los ciudadanos, pero no matándola. Los procesos revolucionarios se dan o no se dan, se desarrollan o no se desarrollan.
Si la gente se arrecha, contra el gobierno que eligió, para que orientara su proceso revolucionario y éste está actuando contra esa misma gente, quiere decir que esa gente no estuvo imbuida por el espíritu que guía a las revoluciones. Lo más parecido a un pueblo revolucionario, es un gobierno revolucionario. Si alguno de los dos se equivoca es porque el proceso adolece de las características propias que definen a un proceso revolucionario.
Si el gobierno está actuando y haciendo que su pueblo se arreche, entonces, ese gobierno no fue elegido por un pueblo que quisiera revolución. No puede haber gobierno revolucionario, sin pueblo revolucionario. La gente y su gobierno, en un proceso revolucionario, son la misma cosa.
Un pueblo, que está haciendo una revolución, no admite que un funcionario policial o militar lo matraquee, o que un comerciante lo robe descaradamente oque, existan malandros actuando impunemente asesinando a la población. Lo primero que hace un pueblo, que está en revolución, es crear condiciones diferentes de convivencia social.
Un gobierno, que tenga la responsabilidad unilateral de: “regular precios”, “impedir la corrupción” y “ofrecer seguridad a todos”, no es un gobierno revolucionario, pues todas esas responsabilidades deben ser asumidas por el pueblo que, en una primera fase de transición, utiliza las estructuras del gobierno para controlar a los factores contrarrevolucionarios.
Cuando la gente se organice en Comunas y asuman su barranco, como se dice en argot popular y además creen las condiciones para el buen vivir, entonces solo así se podrá pensar que esos problemas, que hoy adolecemos, pudieran encontrar soluciones enmarcadas en un proceso revolucionario. Haber llegado hasta aquí, es un gran paso, pero falta mucho para poder matar a algo que todavía está en gestación y no tiene partida de nacimiento.