Por este medio hacemos una invitación a debatir el tema cambiario, que es muy candente en nuestros días, y de urgente solución.
Hemos producido un documento para la discusión, publicado en Aporrea: Propuesta cambiaria para salir de la crisis
Lo vamos a discutir en la lista de correo electrónico "Qué Hacer," con todas las opciones alternativas que han surgido en Aporrea: dolarización, estatización del comercio exterior, radicalización del control de cambios, etc.
Por favor mándenme un mensaje a mi cuenta felipeperezmarti@gmail.com si quieren venir a la lista a debatir este y todos los temas económicos de nuestro país. Estamos preparando la versión 5 del documento Qué Hacer, y lo cambiario es solo uno de los temas a tratar.
Les pongo aquí el resumen del borrador de la propuesta cambiaria:
La situación cambiaria actual se ha hecho explosiva. La tasa de cambio en el mercado negro ha llegado a niveles asombrosamente altos, de 600% por encima de 6,30, el tipo de cambio oficial. Por su lado, la inflación acumulada ya llega a más del 40%, y se proyecta para finales de año entre 50% y 60%. Mientras esto ocurre, nuestro gobierno aparenta no tener un plan claro de cómo enfrentar la situación, y ha dado bandazos en sus propuestas públicas, además de que experimenta pugnas internas notables de poder en el equipo económico. Finalmente, la percepción en el pueblo sobre la economía se deteriora día a día, indicando que casi 70% de los encuestados no tienen confianza en el futuro de la economía, sobre todo en lo relativo al costo de la vida, y a la escasez.
El presente documento pretende hacer una contribución para una solución definitiva del problema desde el punto de vista de la acción de gobierno, independientemente del entorno político de guerra económica. Presenta en forma extensa una fundamentación teórica de la propuesta cambiaria adelantada en el documento Qué Hacer, que incluye la teoría del dinero, la banca, el sistema financiero, el contexto internacional y su evolución reciente, y las principales opciones con que cuenta un país como el nuestro en materia cambiaria, con la solución propuesta. En resumen:
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No se puede entender el tema cambiario sin tener una sólida teoría del dinero, pues el tipo de cambio no es más que un precio entre dos monedas, cada una de las cuales es emitida por una autoridad monetaria distinta. Dicho precio, pues, depende del valor de cada uno de esos dineros.
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Erróneamente se ha creído que la base del dinero son las reservas. Según esto, la base del bolívar sería el dólar, o las reservas internacionales en general, incluyendo el oro. O las reservas petroleras convertidas en dólares. De hecho, el valor del dinero se basa en la fe de la gente en el futuro de la economía. Es un dinero que depende de la confianza de la gente en la situación económica del país que lo emite. Esto se puede comprobar al constatar que más del 90% del dinero en el mundo tiene como base el crédito, no las reservas monetarias. Y crédito significa confianza, fe: el valor del dinero se basa en la fe en la economía.
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El acuerdo internacional de Bretton Woods significó por mucho tiempo, desde la segunda guerra mundial hasta 1971, un sistema monetario relativamente estable. Cuando Estados Unidos lo rompió, porque no quiso convertir dólares en oro ante la demanda de varios países europeos, se generó un período de grandes crisis monetarias y financieras en el mundo, que afectaron más a los países pobres, y a los pobres del mundo.
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Se hizo claro que ese sistema sirvió para enriquecer a el país emisor del dólar a costa de los demás países del mundo. Pero además se vio claro que su rompimiento empeoró la situación e implicó que los bancos internacionales, que de por sí tienen un gran incentivo a prestarse a sí mismos a través de empresas relacionadas, se desbocaron y crearon la gran burbuja financiera que estalló en el 2008, y que perjudicó a miles de millones de personas sobre todo en los países pobres, además de los pobres de los países ricos.
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La ausencia de regulación mundial del sistema bancario-monetario, y la ausencia de un banco central mundial, produjo entonces los fenómenos de corridas contra países y los contagios que perjudicaron incluso a países pequeños solventes. El Fondo Monetario Internacional no jugó el papel que debió haber jugado, de garante de la estabilidad monetario financiera, sino como agente de los países imperialistas en lo económico y político.
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Ante esa situación, algunos países optaron por la integración monetaria, como Europa. Pero muchos países pequeños, más indefensos, ante las fugas contra su moneda, ante el comportamiento irresponsable de algunos de sus gobiernos, optaron por dolarización, tipo de cambio fijo en relación al dólar, o control de cambios. En muchos, la solución no fue tal, y se rompieron sus esquemas cambiarios, que han sido bastante inestables en general.
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Una solución muy deseable para países como el nuestro es la integración monetaria regional, que acompañe la integración económica y política en que estamos embarcados con los países del sur. Pero mientas esto ocurre, debemos adoptar una política cambiaria unilateral ante un mundo inhóspito caracterizado por las guerras cambiarias entre vecinos, como es el caso de Colombia contra nuestro país.
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Venezuela realmente cuenta con condiciones envidiables comparadas con las de otros países pequeños. Sus grandes reservas petroleras, su alto ingreso petrolero, y la propiedad pública de más del 90% de las exportaciones, la coloca en una situación singular que no ha aprovechado apropiadamente hasta ahora.
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Nuestra propuesta consiste en aprovechar al máximo esas condiciones, y establecer un sistema robusto, de auto-aseguro contra corridas, que implique la recuperación de la soberanía monetaria. De hecho, los regímenes de dolarización, de tipo de cambio fijo, y de control de cambios, implican todos la pérdida de la soberanía monetaria, pues es totalmente incompatible, como se explica abajo, tener con ellos una política monetaria activa.
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Por ejemplo, fijar un tipo de cambio oficial bajo control de cambios, y emitir dinero del banco central para financiar los déficits del gobierno es contradictorio: se generará inflación y devaluación de manera lógica. No por casualidad en nuestros catorce años de gobierno, el tipo de cambio oficial se ha devaluado en un 1.017 %, y la inflación acumulada es de 2.056%, cifras únicas en el mundo que reflejan el descalabro de nuestro régimen cambiario.
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Una política monetaria activa, que implique control de los ciclos económicos, políticas de desarrollo, optimización del sistema de crédito interno, estabilidad monetaria y financiera, y hasta políticas redistributivas, es realmente un lujo en el mundo de hoy para un país pequeño que actúe de manera unilateral. Pero Venezuela está perfectamente capacitada para lograrlo por sus circunstancias especiales, como dijimos.
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Pero se requiere un cambio radical de la política económica, como lo proponemos en el documento Qué Hacer. Modificar la política cambiaria dejando igual el resto de la política económica sería suicida. Por ejemplo, ir hacia la flotación en las circunstancias actuales, empeoraría la situación y generaría una estampida de fuga de capitales.
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De hecho, la imposición de un régimen de control de cambios tiene exactamente el mismo significado que el cierre de taquilla de un banco que se enfrenta a una corrida bancaria: los dos tienen el objetivo de evitar la fuga de reservas, en el caso del banco, y de divisas en el caso de un país. Es un régimen que solo se entiende como algo temporal, mientras el banco o el país demuestran que están solventes y recuperan la normalidad monetaria.
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Un régimen permanente como este para un país solo tiene sentido si hay una situación endémica que implica que la gente, si se abre el sistema, se va a fugar contra el país. Esto ocurre en Cuba y en China. Pero no tiene que ocurrir en países como Venezuela.
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Si mostramos nuestra solvencia, con una política económica realmente adecuada a los objetivos de la revolución bolivariana, podemos tener perfectamente influjos de capital, como ocurrió en el 2002, cuando se instauró un régimen como el que proponemos aquí, que entonces fue de corta duración debido al paro petrolero.
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Nuestra propuesta es, de hecho, volver a ese régimen, de flotación limpia con bandas, pero hacerlo más robusto a shocks no solo económicos, sino también políticos, de guerra económica. Es la única opción, repetimos, que permite la soberanía monetaria. Y estamos en perfecta capacidad de darnos ese lujo, si actuamos con conocimiento y coordinación en toda la política económica, tal como se propone en el documento Qué Hacer.