La ultraderecha opositora ha pisado el acelerador para configurar un escenario de caos y anarquía en vísperas de las elecciones municipales del próximo 8 de diciembre.
Una guerra económica, mediática y política está en curso, y su objetivo es la destrucción del poder popular bolivariano, materializado en diversas instancias de gobierno y gestión democrática.
El Estado comunal y sus ámbitos de trabajo son una realidad que ya está en la vida política de la nación, en una dura disputa con el viejo Estado oligarquico, corrupto, ineficiente y despótico, la maquina de dominación de la plutocracia que controla enormes espacios de la economía, el mercado y las formas culturales de su ideología fascista desesperada.
La burguesía, la boliburguesía y la élite social, que controla amplios sectores de la economía, junto al imperialismo y las multinacionales petroleras, están adelantando un plan para aplastar y barrer todas las conquistas y derechos populares.
Venezuela y sus instancias de poder, se ha convertido en un formidable campo de lucha entre el polo revolucionario y las clases retrogradas que se resisten violentamente a perder sus privilegios que derivan de la explotación del trabajo de millones de personas.
Un análisis histórico comparativo permite inferir que el período iniciado con la Constitución de 1999 y la revolución bolivariana, es el momento estelar/heróico de la nación, es el salto más audaz de su pueblo con enorme impacto y capacidad de atracción sobre el resto de la masa continental y con repercusiones globales indiscutibles. Sus energías son las de una revolución social anticapitalista.
Y como toda revolución, la chavista, no es perfecta. Lo importante es la capacidad de autocritica de su liderazgo, que admite las falencias y corrige la equivocación. El instrumento para tal efecto es la Ley Habilitante pendiente de aprobación, dispositivo institucional que, en las circunstancias actuales, se propone enfrentar la corrupción, la ineficiencia y el sabotaje capitalista.
Las votaciones del 8 de diciembre serán otro punto de avance para el pueblo. Marcaran la profundización de la compleja transición postcapitalista hacia la plena democracia socialista.
En ese objetivo hay que tener firmeza. Las vacilaciones en algunos será su fracaso. El discurso de la pequeña burguesía seudo intelectual es perfectamente funcional a la estrategia contrarrevolucionaria. Hay que omitirlo porque es pura y física basura para distraer a las masas populares y para oscurecer su conciencia cualificada.
Que salga la multitud revolucionaria a defender sus conquistas y a dar un respaldo sólido al Presidente Maduro y al gobierno antiimperialista y antioligarquico de la República.