¿Y ése es mi aguinaldo?

Estoy enteramente feliz y con unas ganas de entregarme a la buena vida que, me creo otra persona divagando en las nubes, pero si les cuento me darán la razón seguro que sí-. Voy en camino de cumplir veinte años en el trabajo, trabajo por demás nada fácil y, es que yo idee hacer las cosas que hago más amenas de realizar como rutina diaria, pero lo hago y, es que mi mamá, porque padre no tuve o, mejor dicho no conocí, y ella, me decía, estudia mijo, para que seas alguien en la vida y sin muchos tapujos raspé la primaria en seis años y la secundaria me la comí con buen apetito de vivo estudioso en cinco, pero donde pasé trabajo fortuito fue en los estudios universitarios, no pasó un año en que no me rasparan materias y, eso fue  alargando mi estadía de estudiante que los que tenía que realizar en cinco años, los hice en siete con meses, pero me gradué y, salí como un profesional universitario competente que gracias a los consejos de la vieja, me hallo ubicado en la escala por debajo del sueldo mínimo y, vivo en Venezuela.

Esto parece un cuento, pero no lo es, es lo que se dice la cruda realidad de mi azarosa vida de incentivos no logrados y ya verán el porqué.

Todos los años uno recibe del gobierno, los que laboramos en él, su aguinaldo navideño y, años atrás no tenía la expectativa que tengo ahora al igual que mi familia de esposa y cuatro hijos sin hijas y, hemos esperado el momento que es ahora el más oportuno de todos los que hemos convivido juntos en las malas como en las buenas y, es tanta la ilusión que hemos sumado unidos que le dije a ella mi mujer: al cobrar el aguinaldo te regalo un viaje, incluyendo tus cuatro muchachos, pero con tan mala suerte que ella no tiene tarjeta de crédito y, cómo, me preguntó, podré viajar si no tengo el plástico qué raspar lo que debería raspar por ir a cualquier parte del extranjero. Tranquilamente la calmé y, le dije, no te preocupes que te voy a regalar el carrito que siempre has deseado tener y, ella sin compasión hacia mí me reprimió al decirme, ¿y qué tipo de carro me vas a comprar con tu piche aguinaldo? Y, yo, de tonto le respondí, el chino, y ella, un chino eléctrico será.

Me dije, para mis adentros, ¿qué será lo que está pasando? Y, aún sin comprender sus incrédulos motivos, aunque ella los hacía sin ofenderme, argumentó, ¡ay, amor! Tú estás bien quedado, y como sé que ella es media escuálida, aunque no vota ni pasa a Capriles ni a la MUD, me despeinó con sus argumentos reaccionarios que me llenaron de tristeza de una tristeza vaga sin opción de complacerla como era mi caso, entre en ofertas posibles, ¿y, si te compró una moto? No alcanza, quedas por debajo, sobre pasa los tres sueldos mínimos que vas a cobrar, me dijo y, una patineta moderna, le ofrecí. No me respondió, ésas vienen ahora con ruedas de marfil y son caras. Una bicicleta montañera, para que subas los cerros de Margarita en la mañana en rojo, ¿una montañera me preguntó? Ésas están en Pekin.

Sin dejar de ofrecer y dejar de oír sus respuestas seguí pensando sin molestarme y siempre atento a sus acotaciones que como una inconforme con el régimen, como llama ella al gobierno de Maduro, sabía que convencer una escuálida amada no es tarea fácil, aunque, le pongas el corazón en las manos que el mío ella se lo ha ido tragando tranquilamente sin darse cuenta y, volví a la carga con fluidez sobre el monto a cobrar como aguinaldo adelantado. Te regalo una semana en un hotel cinco estrellas y media en nuestra isla, jajaja, ser rió, y, eso pregunté y, ella, si acaso tres días con cuatro noches sin bebidas importadas.

Entonces se me ocurrió, lo que no debí decirle nunca, pero lo hice. Te regalo mi aguinaldo completico y tú decides. Más vale que no. La ofensa fue peor y, lo que soltó sin piquete de comprensión, no lo puedo repetir, sería un tapujo bien tapujado que no sirve de nada y, de momento decliné ofertar más y, con mucha lealtad a su amistad sólo me quedo hacerle una invitación infraganti, ¿y, si nos vamos de parranda navideña? Y ella, eso incluye, el burrito sabanero. Y, yo serio, les respondí, pues no. No hay sobre satisfacción que eso es mucho pedir y vi que arrugó su cara. Este servidor de la Patria que sabe agradecer, me compraré para mi solito, con mi aguinaldo de este año una comparsa de alegría con triquitraques incluidos y, con la esperanza que el año que viene será mejor que los panes de jamón, los perniles, las hayacas y, los regalos lo disfruten otros y, cuál es el problema, si para todos hay.



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Esteban Rojas


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