Con toda la serenidad del mundo y forrado de rojo del ombligo hacia
arriba entró el presidente de la AN, Diosdado Cabello, al hemiciclo y,
automáticamente todos los presentes se pusieron de pie y él con voz
pausada sin magullar el ambiente frente al micrófono sacudió una frase
fresca y oportuna cuando dijo, se inicia la sesión, cuyo único punto
en discusión es la ley habilitante que el compañero presidente Nicolás
Maduro, la quiere para hoy mismo y sin muchos contratiempos y mañana,
lo más seguro, la pondrá en práctica en favor del pueblo venezolano
que vive de susto en susto sin estar asustado y, por donde se mueve lo
golpean con un altanero y brutal sobreprecio que económicamente es una
exageración en los precios de los productos –cualquiera que sea- sin
un responsable que dé la cara y, el Gobierno ha tenido que coger calle
y bajar las santamarías y afrontar con decisión, una realidad que
viene galopando desde hace años, pero que llegó a la meta de la
inconformidad constitucional que ha enfondado todas las alcancías del
que hace uso el venezolano de abajo, aunque el del medio no se ha
escapado tampoco y, quizás sea el más estrujado en su modus vivendi.
Los aplausos fueron tan estridentes y por largo rato que, Diosdado,
tuvo que sacar y bailar la bandera blanca de los adecos en son de paz
previa y, pedir paciencia en un momento de algarabía incontrolable y,
en donde los abrazos se iban de las manos de la amistad y, con vigor
ultra alguien grito con furia, precios bajos ya y repitió, precios
bajos ya y, otro con acento llanero dijo, que venga la guanábana y,
otro: vivamos más por menos y, María Corina sin pudor oportuno: no
pudo dejar de decir, éste es un país de ladrones, por lo que ladrones
somos todos y se tapó la boca de oligarca.
La AN, ardía de pasión política infructuosa con un aperitivo por
delante que necesitaba de su aprobación y la tarde se iba trepidando
en rumores y cada bancada disfrutaba de sus comentarios y lo que
parecía una fiesta en familia moría de espera en donde ningún diputado
o diputada alzaba la voz que diera el índice preciso que destrancara
la demora que iba corriendo rienda suelta en la cámara hasta que el
diputado, Julio Borges, preguntó al presidente de la AN que, si podía
hablar y en respuesta consiguió, hablar puede, pero intervenir no por
estar inhabilitado por atrevido y patán sin respeto ninguno, pero, aún
así, tiró la piedra de la tranca que hacía falta para que la mayoría
ganara el partido y, él con precisión inusitada sin reconcomio de
agitador constante, precisó: la bancada de PJ está de acuerdo con la
aprobación de la ley habilitante, pero yo y sólo yo: levantaré la mano
en señal de aceptarla como el diputado 99.
Tronó el hemiciclo y la furia de los tuis salió en desbandada por
donde pudieran entrar en la red y, las sirenas de la alegría se fueron
en risas y, los y las, que no bailaban, cantaban, Gloria al Bravo
Pueblo. Lo que aprovechó, Dario Vivas, para lanzar con voz correteada
de frenesí: ¡Chávez vive!, lo que acotó de respuesta, Diosdado
Cabello, cuando replicó y, ¡Maduro también! Y, con esa frase entre su
boca despertó cansado de dormir y, atinó a decir, en su cama, Julio
Borges, me jodió y él no puede ser, no, el diputado 99, ni de vainas
lo voy aceptar. Aunque Nicolás no tenga habilitante que más vale
pájaro volando que 99 en la AN.
Señoras y señores diputados –muy buenas tardes. Y la función está por
comenzar en la AN y como dice el refrán, amanecerá y veremos que algún
gallo cantará en nuestro favor.