La alternativa de la derecha que gobernó a Venezuela durante el siglo XX fracasó rotundamente en su proyecto capitalista de convertir a Venezuela en una gran potencia agroindustrial. La oligarquía dependiente del imperialismo norteamericano no pudo concretar el desarrollo capitalista del campo con su anacrónica reforma agraria ni con la intervencionista alianza para el progreso o con los planes recolonizadores de Nelson Rockefeller. Tampoco la izquierda desde nuestro gobierno ha sido capaz de transformar la atrasada economía rural para convertirla en una próspera producción socialista y lamentablemente el campo continúa sumido en la pobreza ante la inoperancia de los fundos zamoranos. En el fondo, lo sabemos todos, ni la derecha en el pasado ni la izquierda ahora han podido ganarle la partida al monstruo del modelo rentista capitalista dominante en el Estado venezolano que se ha ido devorando, sin contemplaciones, uno tras otro los intentos reaccionarios o revolucionarios de la siembra capitalista o socialista del petróleo.
Hace tres años en un viaje personal a Buenos Aires quedé admirado con los avances tecnológicos aplicados por los dueños de las inmensas riquezas agropecuarias de aquel gran país. Eso pude constatarlo personalmente en su Exposición Rural periódica en la cual se pone de relieve el trabajo realizado durante años por los productores argentinos. Estamos hablando del sector más reaccionario y recalcitrante del país austral que hace oposición ultraderechista a nuestra querida Cristina Fernández de Kirchner-
Hace unos cuantos años atrás cuando me desplazaba en avión desde Moscú hasta Moldavia en un vuelo de aproximadamente dos horas sobre el territorio de la URSS también quedé gratamente sorprendido por la vista desde la ventanilla del avión que permitía divisar un suelo completamente cultivado y minuciosamente aprovechado, hasta el último centímetro, por el desarrollo agroindustrial socialista. Esta vista aérea la corroboré al visitar el campo y conocer personalmente el trabajo cumplido por los campesinos soviéticos.
El ejemplo argentino es una muestra del éxito capitalista alcanzado por la burguesía en el desarrollo agroindustrial del campo y el ejemplo soviético ilustra de manera objetiva un detalle del avance agroindustrial socialista alcanzado, en su momento, por los trabajadores en la URSS gracias a la revolución. Queremos destacar que en ambos casos con los vicios del capitalismo o con las bondades del socialismo es posible activar exitosamente la producción rural pero en Venezuela la oligarquía no lo hizo nunca y la izquierda chavista sólo ha manifestado su intencionalidad pero no se observan aún hechos cumplidos exitosos ni un despegue significativo.
Ni el sueño petrolero de Arturo Úslar Pietri, intelectual de inequívoco pensamiento discrepante con las concepciones revolucionarias, ni las advertencias documentadas por Ali Rodríguez, revolucionario de intachable trayectoria, sobre la necesidad del desarrollo agroindustrial para poder proceder a la construcción del socialismo han podido desplazar de su pedestal al monstruo estructural de la renta petrolera. En este punto nos encontramos sin avanzar hacia el cambio histórico. El pueblo en su sabiduría infinita encontrará una alternativa revolucionaria si quiere salir de este limbo político y poder dar el salto hacia un futuro mejor.
La polarización electoral indica que el juego está trancado entre el fascismo y el chavismo sin otra opción dentro del círculo vicioso de la democracia burguesa que por razones obvias prioriza a las importantes masas de votantes concentradas en las grandes urbes mientras el medio rural, donde está el futuro de una posible potencia agroindustrial, continúa estancado en la trágica ficción de Doña Bárbara y Casas Muertas.
Profesor universitario de pedagogía jubilado de la UPEL