Guerra económica: especulación, desabastecimiento y aumento de precios
Venezuela vive un momento económico sensible, donde el gobierno de Maduro enfrenta desbarajustes producidos por la especulación empresarial -y la avaricia incalculable de estos sectores-. El caso de las tiendas de electrodomésticos Daka es paradigmático porque ilustra un mecanismo parasitario de usura permanente, que también se da en otras cadenas: comprando los electrodomésticos en el exterior, al dólar oficial (otorgados por el Estado a través de Cadivi), estos empresarios remarcaban los productos, llegando a que los mismos suban astronómicamente -hasta 800%-. Así, montaban una “bicicleta” de contínua ganancia.
El gobierno actuó en Daka contra esa usura. Ordenó rebajas en los precios para que el pueblo pueda acceder a los mismos, lo que desplegó innumerables colas frente a estas tiendas para comprar los productos a un precio mucho menor al que se ofertaban. Acá aparece otro posible problema -desprendido del primero-, interesante para analizar en procesos de cambio social: el fenómeno del consumismo ilimitado que se dió en el caso de la compra compulsiva de electrodomésticos en estas tiendas tras las rebajas. Se despertó una verdadera fiebre de consumo. El propio Maduro visualizó ese problema -secundario, pero real- e instó a la población venezolana a fomentar una cultura de ahorro que no fomente ese consumismo irracional.
El momento de la derecha y el papel de Maduro
La derecha venezolana toma estas elecciones como “su” momento. Dice y replica, en medios locales e internacionales, el latiguillo de “Es ahora”. El análisis es concreto y parte de cuestiones específicas:
a) Efectivamente han estado cerca de lograr su objetivo en abril pasado, cuando Capriles quedó a sólo 1.5% de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales.
b) La “guerra económica” desplegada tiene un impacto cotidiano. Viene acompañado de una “construcción” mediática: “falta” es la palabra elegida para ilustrar el desabastecimiento autoprovocado por los empresarios, para culpar al gobierno.
Sin embargo acá hay un dato interesante: Maduro no sólo ha retomado la iniciativa fuertemente, con una intervención estatal pertinente apoyada en las organizaciones sociales y políticas, sino que a su vez ha sorprendido a la “clase política” venezolana con estas medidas. ¿Por qué? Porque ha pasado a la ofensiva: está construyendo su liderazgo con estas medidas, acompañándose del gobierno de calle (iniciativa con la cual recorre “a pie” todos los Estados del país), y de una reactivación y reimpulso de los Consejos Comunales y Comunas -lo que ha sido uno de las últimas exigencias de Chávez en vida, con el ya famoso “Golpe de Timón”-. No se ha quedado de brazos cruzados, y, con audacia, puso en debate el papel de los empresarios venezolanos en la estructura productiva de su país.
¿Y las elecciones del 8D?
Es en este contexto que, este 8 de diciembre, se convocan elecciones municipales en el país. Serán una nueva medición de fuerza de dos modelos antagónicos –más allá del “barniz” progresista-discursivo de Capriles-. Según los más recientes datos de la consultora ICS (International Consulting Services) los candidatos del Gran Polo Patriótico estarían disputando –y con buenas chances- las principales alcaldías.
Un ejemplo concreto: Ernesto Villegas, ex Ministro de Comunicación, podría arrebatarle a la MUD la Alcaldía Metropolitana de la Gran Caracas. Allí, hasta el momento se podría hablar de un posible empate técnico con el actual alcalde, Antonio Ledezma, con una leve ventaja para Villegas (44% a 43%). A su vez, en la Alcaldía del Municipio Libertador, Jorge Rodriguez (GPP) lograría su reelección frente a Ismael García (52% a 45%, sobre el candidato de la MUD); y en Maracaibo habría también –de acuerdo al mismo sondeo- una leve ventaja de Pérez Pirela sobre Eveling Trejo (45% a 43%, para el candidato del GPP).
Si bien son elecciones municipales, el desenlace de las mismas será observado minuciosamente por analistas internacionales y medios masivos de comunicación, quienes buscarán constatar –como ya han intentado en ocasiones anteriores- el “inicio del fin” del chavismo, de cara a promover en un futuro próximo un revocatorio de mandato para Maduro. Por otro lado, las fuerzas progresistas -y revolucionarias- del mundo estarán atentas también a este proceso: si bien no se “pone en juego” la sobrevida de uno de los proyectos de cambio social más importantes a escala mundial, el 8D servirá como “termómetro”. Indicará peligros y oportunidades, y servirá para balancear el primer año sin Chávez de la Revolución Bolivariana.