Los resultados de la elección del pasado domingo en Venezuela significaron un nuevo triunfo para el Partido Socialista Unido de Venezuela y sus aliados. Estos conquistaron, según el primer parte informativo del Consejo Nacional Electoral, 5.111.336 de votos, es decir el 49,24% de los sufragios emitidos, frente a los 4.435. 097 de votos (42,72%) de la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
Si bien la oposición efectivamente ganó en importantes distritos (Alcaldía Mayor de Caracas, Maracaibo, Barinas, entre otras), el primer análisis que debe hacerse es que los resultados del domingo han sido una dura derrota para el ex candidato presidencial Henrique Capriles, quien a lo largo de estos últimos meses intentó “centralizar” una elección de por sí descentralizada -ya que se votaban alcaldías y concejales-. La diferencia de “votos globales” de acuerdo al primer parte del CNE -676.239 votos a favor del PSUV y sus aliados- ha dañado el intento de Capriles, quien se había propuesto ganar en la sumatoria de votos a nivel país, para demostrar de esta forma que el chavismo había perdido la mayoría del apoyo popular (algo que, finalmente, no sucedió).
El PSUV ganó importantes alcaldías, como Municipio Libertador (Caracas), con el 54% de los votos; Bolívar (Anzóategui), 52%; San Fernando (Apure), 65%; Girardot (Aragua), 51%; Heres (Bolívar), 47%; Ezequiel Zamora (Cojedes), 54%; Tucupita (Delta Amacuro), 54%; Guaicaipuro (Miranda), 52%; Guanare (Portuguesa), 70%; Sucre (Sucre), 54%; Trujillo (Trujillo), 53%; San Felipe (Yaracuy), 49%; y Vargas (Vargas), 54%. En todos estos casos, como se ve por los porcentajes alcanzados, los triunfos han sido inobjetables.
¿Cómo se explican estas cifras en un país que viene sufriendo diversos intentos de desestabilización, tanto a nivel económico como político? El PSUV y sus aliados llegaron a esta contienda con un elemento favorable, que indudablemente incidió en el global de votos: la “ofensiva económica” que el gobierno de Maduro decidió implementar con el combate a la especulación y el posterior fomento de medidas para la baja de precios en diversas tiendas. Estas medidas, a contrapelo de lo que informaron algunos medios de comunicación hegemónicos de nuestro continente, fueron vistas con buenos ojos por las mayorías populares venezolanas.
Por otro lado la derrota en Barinas, capital del Estado natal de Hugo Chávez, ha sido probablemente la peor noticia de la elección para el chavismo. Allí, disputas internas dentro del PSUV fomentaron la aparición de dos candidaturas: ambas fueron derrotadas por el candidato de la MUD, José Luis Machín, quien se impuso con el 50%. Durante su discurso en la noche del domingo, el propio Nicolás Maduro hizo referencia a este caso, al afirmar que era necesaria la “unidad” en las filas de la Revolución Bolivariana, para evitar que casos como éste se repliquen.
Vista como una totalidad, como planteaba la propia MUD antes de la misma, la elección del pasado domingo es la segunda victoria del PSUV luego de la muerte de su fundador, Hugo Chávez, y la cuarta derrota consecutiva del armado electoral que encabeza Henrique Capriles en sólo 14 meses. La MUD no ha podido vencer en su propio terreno: el de intentar “plebiscitar” la elección. Capriles deberá afrontar ahora una situación de inestabilidad como conductor de este armado, al emerger nuevamente en la "arena política" personajes que sí han vencido el pasado domingo (Ledezma, por ejemplo). Se abrirá, así, una etapa de convulsiones dentro de la propia MUD, entre perdedores y ganadores de esta elección.