Acertadamente, diversas voces políticas mexicanas han catalogado el incidente entre Venezuela y México como un "conflicto artificial" provocado por la administración Bush que utiliza al presidente Vicente Fox como instrumento de confrontación con el gobierno venezolano, ya que nadie entiende la agresiva beligerancia de Fox a favor del ALCA, llegando incluso al extremo de enfrentarse públicamente con los presidentes Kirchner y Chávez. De acuerdo al analista Gustavo Iruegas (La Jornada, 15-11-05) "el tema ALCA no era necesario para México, cuando menos en cuanto a sus intereses directos, porque México ya tiene para sí un acuerdo como el que se busca para toda la región", por lo que su actuación fue "un acto de solidaridad con el socio comercial, o hacerle un favor al amigo." Asimismo, resulta extraño que el gobierno mexicano haya preferido escalar el conflicto con Venezuela cuando resolvió de manera expedita su impasse con Argentina después que el presidente Kirchner sugirió que Fox asumía una actitud de pleitesía agachando la cabeza ante la Casa Blanca, opinión con la que concuerda además el propio senado mexicano que acusó a Fox de actuar "como alfil y defensor de los intereses de Estados Unidos."
Lo que subyace en este "conflicto artificial" es la perdida de influencia que ha tenido Estados Unidos sobre América Latina y el Caribe, evidenciado en el rechazo abrumador a las pretensiones de la administración Bush por aislar a Venezuela vinculando a Chávez con la guerrilla colombiana, el narcotráfico y "fuerzas desestabilizadoras" de la región, así como en su fracaso por imponer al canciller mexicano, Luis Ernesto Derbez, como secretario general de la OEA y colocar el ALCA como punto principal en la agenda político-económica del hemisferio. El fracaso de Washington en tratar de mantener sumiso a su "patio trasero" esta íntimamente ligado al proceso político bolivariano de izquierda que lidera el presidente Chávez y que inexorablemente avanza en toda América Latina. En este sentido, la analista Blanche Petrich (La Jornada, 15-11-05) recuerda que "la Casa Blanca ha puesto todo su empeño en lograr que los países latinoamericanos consideren al gobierno de Venezuela como 'Estado problemático' y lo aíslen diplomáticamente, pero no había conseguido, hasta ahora, que ningún país de la región enfriara su relación con Caracas, como ahora lo hizo el gobierno mexicano." En efecto, el presidente Fox ha abandonado los principios de no-intervención y neutralidad de la doctrina Estrada que rigió la política exterior de México desde 1930, convirtiéndose en un instrumento de la política neoimperialista de la administración Bush.
En este contexto, el impasse entre Fox y Chávez pasó a ser un problema sobre la actuación del embajador venezolano Vladimir Villegas en México, quien tras ser acusado por la oligarquía derechista y medios de comunicación pro-estadounidenses de actuar como "instrumento de propaganda ideológica y expansión política de los intereses personales de Hugo Chávez, [con un] intervencionismo [que] va desde apoyo electoral al PRD, hasta espionaje, pasando por una presunta importación de armas de alto calibre y contactos con las FARC, la ETA y Al Qaeda" (El Universal de México, 14-11-05), le fue retirada la acreditación diplomática de manera definitiva, en lo que constituye de por si un acto inamistoso, para después dar por "cerrado" el impasse con Venezuela, no sin antes dejar claro que "Villegas no puede regresar." (La Jornada, 16-11-05)
Al crear un "conflicto artificial" con Venezuela vinculando al embajador Villegas con la izquierda mexicana, el presidente Fox busca detener el vertiginoso avance del candidato progresista y simpatizante del proceso bolivariano, Andrés Manuel López Obrador, y evitar, como lo ha intentado hacer anteriormente, que arrase en las próximas elecciones presidenciales tal y como indican todos los estudios de opinión. No es casual que el dirigente del PAN, -partido de Fox- se haya manifestado en contra de las "actitudes injerencistas" de Chávez y su "marcado interés" en incidir en las elecciones presidenciales mexicanas a favor de "su amigo" López Obrador. No obstante, la estrategia de Fox solo ha tenido eco en los sectores derechistas y pro-estadounidenses de México y Venezuela ya que existe pleno consenso en la opinión publica mexicana sobre la necesidad de "promover una política exterior basada en los principios de no-intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias [así como en] definir el rumbo de la política exterior antes de que [Fox] siga haciendo tropelías y daño al prestigio nacional con su comportamiento de subordinación e indignidad." (La Jornada, 15-11-05)
(*) Internacionalista