Queridos amantes de la buena voluntad y asiduos relatores que año tras
año como, nuevos que se inician y, otros como clientes que son en el
mes de diciembre que se esmeran en pedir y solicitar su bien
aventurado con desprendimiento de acercamiento: unos a otros a su
dicha y entender, y al también padecer del conjunto problemático de
“redes” vivenciales que hay que afrontar con fe, aunque sea una fe que
no mueve montañas, ni destapa enredos y, más bien sopla sin fuerza que
no alivia las añoranzas de soluciones que mueren de cansancio y no
afloran en contribuir a la paz de nuestros días como el pan diario
envuelto en un padre nuestro.
Son tantos e ingentes los problemas por solucionar que el tiempo se
desliza en el vaivén de saturar incomodos momentos de nunca acabar y,
el que menos pide no está al tanto del rebullicio mundial que acalora
al más pintado y, sino véanse en el espejo de Mr. Obama que, estrelló
su premio Nobel de la paz contra el suelo abismal, por no saber hurgar
y lograr a puerta de entrada, tanta situación engorrosa que asola la
dignidad moral del orbe que, él en vez de buscarle solución, más bien
la alejó y, hasta se hundió con ellas sin áncora de paciencia ni de
inteligencia y, arrodilló a cuanto país quiso a sus pies de vigilancia
inconsulta, por lo que quedará como un pésimo ejemplo para el mundo.
En cambio el Niño servidor de la humanidad no tiene descanso, ni
tiempo que perder que desconfigure la armonía existencial que nos
acerque sin egoísmo brutal al aparcadero de las derrotas en que pobres
y ricos lavan sus pecados cuando agonizan sin fin.
Y, así el padecer como el disfrutar se van por el desagüe de la
ineficiencia y, entonces es cuando justos y pecadores claman en su
ignorancia total por la justicia divina y sin distingos de conformidad
se dan cuenta que el mundo como funciona actualmente es injusto y, la
mayor tragedia como teatro de realizaciones de la vida, lo que queda
es encomendarse a dios, a ése que todo lo puede como inventado por la
imaginación de los hombres que es su mayor suplicio.
Pero, como la vida es un trasluz de esperanza y, en cada amanecer hay
un convivir y, en cada convivir una ilusión que consagra nuestro
destino que anida alegremente en nuestros corazones que se antepone a
ese “darse cuenta” como la conciencia que se va adquiriendo al paso de
los años que con estudios o sin ellos es la consolidación de la
persona humana. Entonces, se es o no se es, en ese pedazo de
espacio-tiempo recorrido que nos llevará al recuerdo de otros de lo
que fuimos como antecesores.
La “creación” del niño Jesús seguirá siendo eterna y cada vez su
avance se perderá de vista y, siempre que exista un niño, existirá la
inquietud y el fanatismo de su vanidad “manipulada” será siempre un
pretexto que no deforma, sino que aquieta y no dejará de ser
esperanzador de realidades que mueren quietas y suplantadas por otras
que se esfuerzan en reforzar siglos de evocación de lo inmediato a lo
mediato como sueños que se pierden en la soledad de una noche en que
cuerpo y alma vagan en cualquier dimensión sin dirección.