Cuando el año comienza a agonizar, reverdecen los recuerdos y las esperanzas pareces ríos desbordados de buenas intenciones. Al menos, para los revolucionarios, esas esperanzas son las grandes metas sociales que cumplidas cada año, nos hace parecer que estamos más cerca de la solución definitiva. Pero, luego nos percatamos que una sociedad es una dinámica de relaciones que hacen que aparezcan otras necesidades o que crezcan las que ya se están abordando. En esa dinámica transcurre la revolución bolivariana y chavista.
Pero no todo el año ha sido color de rosa, este año en particular, la revolución estuvo acechada por todos los costados. El año 2013 comenzó en medio de especulaciones bochornosas sobre la salud debilitada del Comandante Presidente Chávez; en las redes sociales lo mataron varias veces, en la calle los rumores de propagaron con la malicia con la cual fueron diseñados, y cuando la muerte sobrevino, la figura del Comandante Eterno emerge convocando al país a continuar la ruta que trazó en el Plan de la Patria. Nunca desde la muerte temprana de Atanasio Giradot en 1813, esta Patria ha llorado y acompañado a un héroe con tanto ahínco. Esos recuerdos de un Chávez amado por su Pueblo son imborrables para unos y otros. Todas esas lágrimas, esos llantos desgarrados, esos pañuelos mojados de dolor y esas flores que se pasearon por las calles en las manos de quienes le amaron y le aman, son para la historia parte de la verdad de lo que aquí ha pasado en tiempos de revolución.
Poco tardaron los opositores en decir que preferían a Chávez vivo, no por darle méritos sino para desmeritar a Nicolás Maduro. Nunca se imaginaron que esa figura trascendente nos solo se ganó los cielos de del prójimo, sino que se catapultó a la inmortalidad por su obra. Y cuando en el escenario político la candidatura de Maduro, en medio de un contagioso dolor, sale a la calle a defender el legado, nuevamente la derecha arrecia el desprecio por el Chavismo, y que no se dijo o que no se hizo para frenar a nuestro actual presidente. Poco a poco, Maduro abundó en reconocimientos al padre líder, y organizó la batalla que le otorgan los resultados satisfactorios del reciente diciembre.
No todo ha sido perfección, ni cubierto con el chocolate de la eficiencia. Ha sido un año duro, pero lo mejor, sin duda, fue sacar del secretismo, lo que todos en este país sabemos. Una dura lucha contra la corrupción que estaba minando las raíces de la revolución se está dando en un clima de alta transparencia, y la vieja tesis de una burocracia corrupta en alianza con el sector privado corrupto se ha destapado y los malos olores han sido la evidencia para seguir actuando, batalla tras batalla, contra la guerra económica, en la cual la corrupción era una de sus principales estrategias. La tesis opositora del ex Estado, del ex país ha sido derrumbada. La moral revolucionaria ha emergido para apoyar esta lucha, y si bien, todavía estamos en la poda de las ramas bajeras y medias, no hay dudas que Maduro irá contra las ramas altas, el tronco y las raíces donde se ancla la corrupción estructural en el país.
¿Qué mejor noticia para esta patria?
Abrimos entonces un nuevo año en medio de las grandes batallas contra la corrupción. Con estos ingresos de la renta petrolera es posible que la inversión alcance para tres veces las obras que normalmente se hacen con el presupuesto nacional y con los programas especiales de financiamiento. Eso es posible y será cada vez más factible en la medida que triunfe la guerra contra la corrupción. El año 2014 debe ser el año del reimpulso de la contraloría social. Cada organización, colectivo, círculo, grupo, comuna, y desde las iniciativas individuales, deben darse las alertas de esa madeja de complicidades entre la burocracia parasitaria y el sector privado ávido por apropiarse de la gran masa monetaria de la renta petrolera. Vencer en esta guerra a la corrupción es el paso más significativo para un proceso político de largo alcance en el tiempo.
No hay que dejar pasar por alto aquellos retos que se ha planteado la revolución en el plan de la Patria en el contexto de los objetivos históricos. Una parte importante de estos descansa en la posibilidad de disminuir las vulnerabilidades productivas y darle a la soberanía no solo la cobertura de discursos hemorrágicos, sino la posibilidad de evidenciarla mediante indicadores verificables, más allá de los belfos burocráticos.
Tenemos derecho a ser optimistas, sin declinar la vigilancia y defensa de la revolución. Las fuerzas contrarrevolucionarias seguirán como el comején tratando de deteriorar la madera de corazón con la cual se construye la patria.
2014, es un nuevo año para ser felices todas y todos
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