Generalmente, las arepas son redondas que en un apelmazar de manos con
rápida rotación se logra su armonía visual que irá directamente a un
budare a descansar en calor y, más si éste es margariteño del cercado,
rendirá más en su cocción al lograr un sofoco uniforme que hará
posible que arepa que se come arepa que le deja un grato recuerdo
culinario y más si es aventada con un relleno exquisito de sabores que
dilate su paladar de exquisitez.
Es práctica común que cuando los comensales entran a un negocio
arepero lean en su interior: arepas bien rellenas, cómalas o llévelas
que todas tienen en su mundo interior el sabor que a usted le parte el
alma de su gusto y, el que se come una se come dos y quizás, tres. Y,
todas están a pedir de bocas y como distracción de acabar con la
tentación del hambre rápido, las tienen de chipichipi, de guacuco, de
tripaeperlas, de asadura, de perico, de chucho, de cazón, de
reinapepiada y de cualquier otro sabor que le plazca lo complacen,
pero, hay varias que no le ofrecen de pernil importado, ni de carne
sureña, ni de pollo que además que no se consiguen están muy caros.
¿Pero cómo es posible que uno no pueda degustar una arepa de pernil,
ni de carne ni de pollo?, ¿en qué país vivimos: acaso en Cuba? Este
comunismo continúa con Maduro. Eso le oímos a un par de ciudadanos que
decididos en comer arepas criticaban lo que no había en la “Arepera la
astuta y Cía”, ubicada en un rincón apartado de Caracas y, los dos
individuos además de gritones e inconformes con el menú arepero en
exhibición vomitaron su voluntad de no comer esas bazofias que
ofrecían de siempre lo mismo sin renovación de consideración de
relleno de prosperidad y, más en este mes de diciembre como final de
este año angustioso preñado de inflación y guerra económica en que el
que no le sacó provecho en más ganancias de usura, jugó sucio, porque
lo aceptable era esconder e inflar y en obtener más del lucro a como
fuera.
Y, con determinación de firmeza indetenible. Ambos individuos salieron
de la arepera visitada y, uno de ellos infirió al otro en tono
altanero de gente de oposición en campaña opinó, esa es una arepera
pueblerina de bajos recursos que no llena el statu quo de nuestra
oligarquía exquisita, donde congestionan con su bajo precio y
atosigamiento de trato que incluye espera de mala atención que
dispersa y confunde a los buenos clientes que no les queda otro camino
que buscar para el Este en que si hay restaurantes y areperas fecundas
en las relaciones personales y los derechos humanos corren por la boca
sin compás de interferencias en la acción-reacción de la relación
ilimitada con los clientes.
Ubicados en el Este, seleccionaron el “Restaurante Budare del Este”
que, según uno de ellos, lo recomendó como un Paraíso colonial que se
acerca al cielo en la gastronomía arepera en particular que el que no
se coma una allí, morirá más tarde de aturdimiento de ganas perdidas
y, en el vaivén del consumismo: ambos personajes cayeron en el abre
bocas de alabanzas en que el tiempo perdido por otros sale de paseo
inmediatamente y por desliz de ellos nos enteramos que ese es el lugar
donde Julio Borges va a pensar cómo resolver la cuadratura del círculo
sin un pi que le enrede la arcotangente de la política de la
dispersión en PJ y, cómo trazar a la vez una recta de esperanza en que
quede como un teorema flotante sin descaro que por reducción al
absurdo es posible demostrar que el todo es menor que cualquiera de
sus partes que le daría una posibilidad nada retrógrada que la
oposición es más amplia que el pueblo en general de acuerdo al
reacomodo de los habitantes en sí.
Después de servidos en que la combinación en la introducción del
relleno sin aforismos en el arte de comer, exigieron por separado
arepas sin poca masa con pernil importado, ligado con pollo y carne
sureña, combinados entre sí con una variación de dos en dos y en
espera se subieron a las nubes de la incongruencia sutil del
oportunismo desmedido y cada quien hizo de las suyas sin precaución y,
fue así que nos enteramos de: -te das cuenta de la diferencia de comer
en este lugar arepas sanas y no contaminadas con las porquerías de
Mercal y Pdval con que el presidente Maduro arropa al pueblo con la
distracción de precios bajos que lo que hace es trasmitir ansiedades
recurrentes que salen de las largas colas que los adictos a ese
tormento conviven a diario tras de evitar el acaparamiento y, lo que
han hecho es fomentar más adictos del consumismo barato que no conocen
de la buena vida que acá es pan comido y en ese frenesí de eructo
circunstancial tragaron como dos ruines sin saber que el mal de sus
antojos era producto de Mercal que un “vivo” habilidoso con
complicidad los cuantificó de su corrupción compartida y, ellos como
escuálidos al fin con barrigas llena corazón contento quedron.