Esa es la solución

Por favor, disculpen otra vez por escribir sobre este asunto.

Es un asunto que todos conocemos muy bien aquí en Venezuela: la especulación y el acaparamiento, y el hecho de que seguimos con la misma cosa, día tras día, mes tras mes, año tras año. Si a un producto en particular se le ha podido bajar el precio, o controlar su distribución, de repente desaparecen otros productos, o aparecen otros a precios de usura astronómica, etc., etc., etc. - el malvado círculo vicioso de la economía supercapitalista venezolana.

Es más, y esto no lo entiendo, todavía hay gente que escribe en Aporrea echándole la culpa directa o indirectamente al gobierno, como si fuera la responsabilidad del gobierno de solucionar todos nuestros problemas, como si no tuviéramos nosotros mismos alguna parte de responsabilidad en el asunto. Durante varias semanas le echábamos la culpa al gobierno de que no podíamos limpiarnos nuestros traseros, como de costumbre, con papel toilette [de marca, o importado, bla, bla, bla] – Además, y probablemente, si comiéramos menos, gastaríamos menos papel toilette, ¿verdad?

Pero no, seguimos comiendo más de la cuenta.

Del otro lado de la misma moneda, varias personas hemos escrito sobre cómo se puede fácilmente solucionar este asunto, pero al parecer, nadie le para, como si prefiriéramos seguir siendo pobres víctimas inocentes del masoquismo eterno, para nunca tener que enfrentar la realidad, y siempre echarle la culpa a otro. Cuando alguien escribe sobre la solución, la cual es muy sencilla, leo el artículo, y después averiguo para ver cuanta gente ha leído el artículo, y como casi siempre, el número de lectores es muy bajo, y aun más insignificante en comparación con artículos que se dedican al chisme criollo o a la especulación académica intelectual. Es algo triste, pero muy real.

Mi esposa me dice que es un asunto de costumbre – mala costumbre – y creo que estoy de acuerdo con ella.

Mi esposa viaja bastante por trabajo, y una observación que hace cada vez que viaja hacia otros países en avión donde la mayoría son venezolanos/as, me dice, “Es increíble lo que ocurre, creo que son solamente los venezolanos/as que tenemos esa mala costumbre – cuando en la sala de espera del aeropuerto hacen el anuncio de que están listos para embarcar a la gente, ordenadamente, y por numero de asiento, casi todos se paran al mismo tiempo, y corren para hacer la cola, no importa qué numero tengan, es el desorden total – y lo más extraño es que la mayoría de los que viajan por avión hacia otros países son profesionales y/o venezolanos/as con plata, supuestamente de ‘buenas familias’ y educados.”

Lo mismo ocurre con el tema del acaparamiento y la especulación, dice mi esposa.

No es solo culpa del acaparador o del especulador de que los precios sean tan altos, o que nos estafen, o que falte algún producto – es la culpa nuestra porque tenemos la mala costumbre de comprar cualquier cosa que se nos atraviese por el camino, y corremos todos al mismo tiempo para hacer la cola para comprar cosas que NO NECESITAMOS.

El acaparador y el especulador lo saben, y se aprovechan de nuestra mala costumbre.

Por ejemplo, mientras que los dueños de las líneas aéreas vean que los venezolanos/as corren a hacer la cola de manera casi desesperada, egoísta y desordenada, esa línea aérea podrá seguir aumentando el precio del pasaje como le dé la gana, porque saben que los venezolanos/as seguirán comprando los boletos de avión a cualquier precio y que seguirán haciendo la cola como siempre, todos de una vez, con egoísmo y desespero. Igual ocurre con las neveras, las cocinas, los microondas, la gasolina, la cerveza, el papel toilette, la harina de maíz, el azúcar, etc.

El gobierno nunca podrá controlar este fenómeno venezolano mientras sigamos con esta muy mala costumbre.

¿La solución?

La solución es muy sencilla, y está en nuestras manos.

No cuesta ni un centavo implementarla - - - pero como tantas otras cosas, parece que si algo es gratis, tiene que ser de baja calidad, ¿verdad? y entonces, no se le para bola, ¿verdad? Pero si es un producto importado que nos cuesta los ojos de la cabeza, ah, entonces sí tiene que ser de alta calidad, y allí hay que pararle. Otra mala costumbre.

Pero en serio – la solución es sencilla - tenemos que parar de comprar cosas (estupideces) que no sean necesarias, y debemos parar de botar comida, otra MUY MALA COSTUMBRE. Siempre me ha impresionado como el/la venezolano/a bota la comida que no se ha consumido en una sentada. En vez de guardarla en la nevera para comerla más tarde, se bota, y aun el más pobre tiene esa mala costumbre (no todos, pero la mayoría). Matemáticamente, si cada venezolano/a preparara un poco menos de comida para cada sentada, como para no tener que botar comida, ahorraríamos posiblemente un 15% de la cantidad de comida que se encuentra en el mercado en cualquier instante. Además, como lo mencioné arriba, al comer menos, gastaríamos menos en papel toilette.

Pero - seguimos botando comida, seguimos malgastando el dinero, la comida, y el papel toilette, y seguimos comprando cosas que no necesitamos.

Al especulador y al acaparador la única cosa que les importa es el DINERO, nada más, no les importa nuestro estomago, nuestra salud, ni la condición de nuestro trasero - entonces - para combatirlos, debemos juntos darles donde les duela más a ellos, es decir, en sus bolsillos, y darles duro - hay que parar de comprar todo lo que no sea necesario, y comprar menos de lo que sea necesario, pero para hacer eso, hay que cambiar nuestras costumbres. Chávez trató de enseñarnos eso cuando decía, “Ustedes tienen el poder, el poder de HACER. ¡Háganlo!”

Entonces hagámoslo. Esa es la solución.


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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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