Cada quien tiene su propia manera de matar piojos, así que yo tengo una y, bien buena, por cierto; es que cuando veo piojos les echo DDT.
La política es en mucho como el boxeo en que la mejor defensa posible es el ataque; mas, entiéndase que atacar no sólo es tirar golpes y pegarlos, es también saber neutralizar al enemigo con su propia arma, ejemplo, lo que el Comandante Chávez le aplicó a los militares alzados de Plaza Altamira cuando los cocinó en su propia salsa y a fuego suave, exasperante para un nutrido grupo de compatriotas pero no para el Comandante, que calculó al milímetro lo que hacer entonces en esa peligrosa circunstancia.
En el boxeo cuando un púgil derrocha su físico en vez de administrarlo de manera planificada, concede hándicap innecesariamente aunque muchas veces gane y gane combates hasta por nocaut, pero hay algo que se llama secuela y es a lo que pretendo poner el acento.
Una buena esquina -entiéndase por esquina al grupo de personas ubicado en una esquina del ring y que atiende al púgil- siempre procura evitar que haya secuela perniciosa en la humanidad del boxeador. La buena esquina cuida al boxeador y evita tener que apelar al cutman; igual, en la política es parecidamente así.
Toda realidad tiene partes y es improbable que un solo observador de ella pueda verlas todas siempre y menos al mismo tiempo, inclusive la esquina puede ser multidisciplinaria pero ni así tampoco es probable que acceda al conocimiento absoluto, contimás tratándose de hechos archicomplejos tal es el caso de la política venezolana en proceso de revolución.
Nunca sabemos todo sino partes de lo absoluto, lo que nosotros llegamos a saber siempre son sólo aproximaciones de la verdad real y peor aún si nos aferramos, como el mono a la rama, a la o a las partes de las que tenemos determinado conocimiento, como si esto fuese el non plus ultra, porque eso se llama parcializarse.
De ahí que sea preciso mantenerse a pensamiento abierto, lejos del dogma cerrado, castrador, inútil, propio de los extremistas de toda laya que a las primeras de cambios se dan las manos sin saber que lo hacen.
La característica de todo esquema de planificación es ser incompleto, lo que le aporta flexibilidad a los procedimientos, y el Presidente Maduro es consciente de ello, ha dado muestras fehacientes al respecto, huelga citar evidencias para no llover sobre mojado, todos vimos su desenvoltura ante la Asamblea Nacional, con su presentación Maduro le dio tamaña patada en el culo a una MUD que asiste a su propia procesión funeraria, inclusive esto dicho por “el cataco” -R. Allup-.
Pero no obstante también entre nosotros hay talibanes a quienes todo les hiede y entrompan con una crítica infundada contra ese gran muchacho que es Maduro.
Al respecto yo no soy no he sido ni seré juez para justificar eso de que los trapitos se laven en casa o afuera, particularmente me da igual, me gusta cuando da el viento porque la plaga se espanta y, como dice la magnífica y emblemática “Caperucita Roja” - especie de Manuelita Sáenz de nuestra revolución- que ¿quién dijo miedos?, así que sea buena la ocasión para ir al debate abierto acerca de la gestión del Presidente Nicolás Maduro y al que por acá le decimos Nicolás Chávez porque francamente así lo dejó ver el Comandante Eterno cuando él sentenció que todos debíamos respetar su última decisión así como mirar la Luna llena, quiso expresar, con gran claridad, y para claridad, Chávez.
Los revolucionarios debemos comulgar en nuestra diversidad y debatir en paz entre nosotros e inclusive con los apátridas relambeñemas de la MUD si lo amerita el caso; fijaos, no hay dos que piensen exactamente igual y ni siquiera dos gemelos univitelinos.
La diferencia prima siempre en todo, esto es, entre nosotros contimás con respecto a la mugre ultra derechista -mud-, así que reconocer a aquella es esencial para entendernos bien.
Eso de los equilibrios y los desequilibrios no hay que tomarlo como receta per sé, fíjate que si no existieran desequilibrios los ríos no correrían por ahí tan bueno; y si no hubiese equilibrio tampoco sería posible conversar con la oposición comemierdas. La cuestión es entonces saber qué hacer con una y otra cosa dado el caso. Hay desequilibrios que sobrepasan la raya de lo tolerable y hay equilibrios estables e inestables, eso depende de lo que en tales casos se ajusten a la solución de necesidades, gran fin de la reflexión que ahora os planteo: resolver los problemas del pueblo.
Y, en eso está Maduro; mucho ayuda el que no estorba; hay expresiones que valen ser citadas acá, una de ellas es “que los extremos se tocan”, lo que quiere decir que una persona de ultraizquierda es lo más propenso a estar en la ultraderecha y viceversa, si no me creen vean el caso de Pablo Medina, de Andrés Velásques , de Ismael García, de Numa Rojas, del “Chivo” Acosta Chirinos, del innombrable “Gabriel Puerta Aponte”, de Pompeyo Márquez, de Teodoro y etc. En fin, de tanta mentira agazapada, y es por lo que hay que hilar fino porque los citados no son ni serán los únicos ni los últimos felones.
Todo lo que uno deja sin resolver genera conflictos posteriormente pero no todo puede ser resuelto a voluntad; la paciencia no estorba cuando un hombre tiene la cabeza sobre los hombros, y la esquina de Maduro debe tener presente que la hierba crece y que desmalezar es tarea obligada a cada trecho.
La “esquina” -antes no pero valga ahora entre comillas- de Maduro debe convocar al Toby Valderrama y a otros disidentes, para conversar, nada se pierde, y en vez de estarse tirando puntas mutuamente como niños hay que escarbar llanamente el asunto e incorporar el fruto de la discordancia al avance de la revolución porque no debemos olvidar que muchas veces uno debe apoyarse en las contradicciones para avanzar, es casi un axioma de la dialéctica.
Valga refrescarle al pueblo que eso de izquierdas y derechas tiene origen en que cuando se constituyó la Primera Asamblea Nacional Francesa en el año 1789, había dos grupos, uno se sentó a la derecha del presidente y otro se sentó a la izquierda; los de la derecha eran los más conservadores mientras que los de la izquierda, aunque tampoco eran niños de pecho, eran más afectos al pueblo. Pero a estas alturas yo pienso que hablar de izquierdas y derechas en política es desfasado porque ninguno de esos dos grupos tiene ya que ver significativamente con la realidad actual; yo creo que se trata de dos conceptos espaciales y de desvencijada solera, ya no más, prefiero que el pueblo sustituya esos conceptos. Izquierda y derecha hoy por hoy sólo son en la política, refugios de bribones.
Pero, al grano:
Sí uno no topa con la realidad, toda pretendida definición de ella es un limbo, el concepto suele mediar entre el objeto del conocimiento y el juicio del entendimiento y si la reflexión debe acompañar el acto de saber acerca de lo que sucede, estamos obligados a asumir un pensamiento ordenado y, más, asumir que a mayor cantidad y calidad de datos que de la realidad tenemos, la verdad a la que accedemos, se afianza; a partir de reflexiones como las expuestas es que me pronuncio por ofrecer todo mi apoyo y el de mis demás cercanos compañeros de lucha, al patriota Presidente Maduro.
El socialismo nunca murió antes como proyecto alternativo al capitalismo chupasangre sino que como tal, fue bombardeado, pero Chávez lo rescató de entre los escombros. Hubiese sido insensato pedirle a Carlos Marx que se pronunciara acerca del socialismo ahora propuesto por Hugo Chávez, Marx no pudo conocer la realidad de la Venezuela actual (o al menos así pienso yo), y es que la vida es demasiado breve para todo, no todo puede concluirse y un hombre solo, por más más razones tiene poca oportunidad de ir físicamente tan supremamente alto y lejos.
Pero he ahí que convertidos en pueblos, los grandes hombres como Marx, Fidel, Bolivar, Chávez y El Ché, entre otros, viven y vivirán eternamente guiándonos al socialismo.
Socialismo no es una receta teórica, socialismo es a la felicidad de los pueblos lo que las cabillas son a las paredes y la teoría carece de objetivo si no está relacionada con la práctica.
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