Se aleja la suma de la mayor felicidad posible

Rompo mi silencio de varios meses si bien manteniendo mis antenas alertas sobre la actualidad de la revolución. Y me sumo a las numerosas voces de protesta desde esta tribuna.


El pasado mes de noviembre disfruté con la contraofensiva económica, pero resultó mejoría de tísico. Necesitaba hace tiempo una lavadora nueva y un lavaplatos. Los lavaplatos no existen en el país y desaparecieron a lo largo del año 2013. Y las lavadoras siguen costando una fortuna, además de conseguirse sólo marcas que no acostumbro a usar. Mi lavadora General Electric sigue durando, ahora con fallas, desde hace 20 años y el horno microonda nos funciona desde que estaba embarazada de mi hijo menor que ahora cumple 24 años.

Un tour por EPA, Ferretotal, Daka, Nasri, Tijerazo (vacío), Punto de Fábrica (donde un metro de tela puede costar hasta dos mil bolívares), Compumall cerrada y vacía, me hicieron llegar a la ligera y tal vez (¡ojalá) prematura conclusión de que el Gobierno, con toda y su mejor voluntad, no tiene la capacidad para controlar y hacerle seguimiento a estas políticas.

Pero el colmo del colmo son,de nuevo,estas medidas cambiarias. Ideadas, direccionadas, programadas para luchar contra estos virus presentes en la sociedad venezolana (con sus hermanos latinos). Yoadelanto que se basaen principios de políticas equivocadas. Políticas económicas para un gran país, ¿teniendo presente, y como norte, la visión de los delincuentes para contrarrestarlos? No deseo un Gobierno así. Que se equivoca en el control de asignación de divisas, y luego generalizan las medidas mientras esperamos la investigación de los que han robado.

El caso de las remesas familiares ha sido vox pópuli desde hace meses, esto es desde que la diferencia cambiaria con el dólar paralelo ha sido tan amplia que permite que personas de pocos recursos se hayan beneficiado de forma fácil, con estas remesas. No conozco a ninguna familia de clase media disfrutando los servicios de una empleada doméstica que no esté incursa en la mafia de las remesas. Un taxista peruano con el cual conversé días pasados en Ciudad Bolívar, se quejaba de la situación económica, de las calles rotas, de la inseguridad en esa ciudad. Al preguntarle ¿porqué no regresa a Perú? me contestó que las remesas lo tenían atado. Y eso es a lo largo y ancho del país. No son contrarrevolucionarios, sino personas como usted y como yo, tal vez hasta chavistas, que intentan echar mano de una ganancia fácil a la cual nunca tuvieron acceso. En algún momento tuve la duda de que el Gobierno se hacía la vista gorda porque resultaba una manera, si bien poco ortodoxa, de beneficiar al pueblo simple, el de la calle, el necesitado.

Hoy mi hijo menor me dice que debemos irnos del país. Y yo, que llevo años llenándome la boca diciéndole que no hay mejor país que éste, que aquí nacimos, que aquí están enterrados nuestros muertos, que aquí el Estado paga sus estudios universitarios y pagó los de su hermano, y que debemos retribuir de alguna forma. He pasado horas y horas desmontando los argumentos que oye en la UCV, que lee en las redes sociales, argumentando, haciéndolo reflexionar. Hoy no encuentro palabras, como las que acabo de oír de la respetada compañera profesora Judith Valencia, al ser entrevistada por VTV, que dice que hay que aportar alguna cuota de sacrificio, que no es devaluación lo que está aconteciendo cuando debemos pagar más por lo menos dólares que nos darán para viajar, cuando rebajan ulteriormente el cupo de interneta 300 dólares al año. El cupo deinternet mis hijos y yo lo usamos para comprar repuestos de nuestros carros viejos, año 93, 2000, 2006 el más nuevo. Porque en Venezuela nos cobran una fortuna, si es que se consiguen. Y no se trata de “espíritu” de consumismo como dice Carola Chávez. Se trata de necesidad, de sobrevivir y ninguna ley deprecios justos ayudará porque,traerán el 80% de las importaciones al dólar de 6.30 pero al final se las arreglarán para cobrarnos en los abastos, en los talleres, la diferencia cambiaria.

Definitivamente, en este país se aprende a no respetar las leyes. Ministro Fleming, seguirán surgiendo nuevos virus volviéndose resistentes a las medidas, a los antivirus y así ¿Dónde llegaremos?

Sres. muy respetados ministros del Gobierno chavista, piensen y apliquen medidas cambiarias justas, sensatas, equilibradas, donde no paguen justos por pecadores y donde la suma de la mayor felicidad posible sea una realidad. Hoy soy pesimista.
 



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Flavia Riggione

Profesora e investigadora (J) Titular de la UCV.

 flaviariggione@hotmail.com

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