Estamos muy cerca del Congreso Nacional Campesino. Los debates parciales regionales se están dando y todo parece indicar que existe una clara intención de marcarle rumbo a la agricultura venezolana desde el Poder Popular. No es una imposición lo que se plantea, por el contrario, es un estadio de conciencia social harto de importaciones y de los juegos económicos que las favorecen. Es la procura para sacar a la Patria del estado histórico de importador neto de alimentos. Cuando ese momento llegue, cuando arribe la hora del primer balance comercial favorable a nuestro país, es decir que nuestras exportaciones superen las importaciones, todas las aves de los campos, las montañas, de las costas, de las selvas, cantarán el himno nacional al unísono. Esta libertad en la prosa no es para denotar un imposible, es para sublimar la alegría por el triunfo de la revolución en la agricultura.
Para llegar allí hay una medida temporal de mediano plazo, cuando menos. Pero, al cierre de los que será el Congreso Nacional Campesino se dispondrá de los lineamientos para cambiar los términos en que se establece la ecuación e la disponibilidad de alimentos en Venezuela, las habladurías y la falta de propósitos concretos serán las grandes derrotadas. La mejores condiciones de vida campesina, los cambios que deben darse en la tenencia de la tierra, con Zamora siempre presente en el horizonte y las exigencias para que la planificación central con sentido de lo municipal y comunal se expresen en un aumento sostenido de la producción, serán los principales temas del debate, sin descontar lo pertinente al nuevo modelo de producción agroecológica y a la producción estratégica de bioinsumos.
La producción interna como componente de la disponibilidad debe promover, entre otras estrategias, los programas de producción de cereales, con criterios de cultivos banderas. Hay que alcanzar una producción de maíz, entre blanco y amarillo que sume sobre las 4.5 millones de toneladas por año. La producción de arroz debe procurarse exceda al consumo per cápita actual en al menos 5 Kg por persona/año, es decir unas 150 mil toneladas de excedentes. Este programa cerealícola priorizado en maíz y arroz debe ser el equivalente teórico a los programas de caña de azúcar en Cuba cuando hubo la imperiosa necesidad de fortalecer la producción estratégica de azúcar para poder hacer sobrevivir la revolución. Un gran esfuerzo nacional integral que amerita programar también la disponibilidad de insumos estratégicos y de ampliar las capacidades de almacenamiento para las cosechas. La producción de frutas, hortalizas, raíces y cultivos menores debe procurarse en base al desarrollo de la agricultura familiar y comunal diversificada, de bajos insumos, Hay un avance importante en la producción hortícola que debe utilizarse como experiencia exitosa para ampliar la producción y lograr excedentes para la transformación agroindustrial con miras a uniformizar la suplencia de productos procesados. En general, la propuesta de agricultura soberana con excedentes debe rondar la meta de disponer a partir de la producción nacional de unas 3.500 Kcal/día y unos 120 gr de proteína por persona /día. Esto es posible y debe ser una meta de la revolución en la agricultura. Estas recomendaciones superan la mejor de FAO que es disponer, al menos, del 90 por ciento de la energía y proteína requerida por la población para evitar vulnerabilidades en la seguridad alimentaria.
El comportamiento de las importaciones de alimentos debe ser consecuente con la evolución de la producción interna. Es posible que algunos rubros como soya (cultivo doble propósito para aceite y alimentación animal, preferentemente) y leguminosas de grano comestible para uso humano sigan una curva de crecimiento más lenta y deban importarse para compensar una demanda interna que ronda las 600 mil toneladas de soya y satisfacer una recomendación de consumo aparente de leguminosas de grano 12 Kg de leguminosas por persona/año. En algún momento se debe re-plantear un análisis estratégico sobre el trigo en el patrón alimentario de los venezolanos. Lo importante es que el Congreso nacional Campesino rechace toda práctica agro-importadora, que tanto combatimos desde la izquierda en los años de la IV República.
Las exportaciones posibles: en algunos casos hay que desestimularlas como por ejemplo la salida de cacao que puede ser procesado y llevado al mercado interno e internacional con agregación de valor de uso. Siempre recuerdo una misión internacional que agrupa a las industrias de cacao del mundo desesperadas por los planes de ampliación de la producción de cacao en Venezuela. Lo querían todo, y la respuesta en aquella reunión fue que lo queremos en Venezuela, y en eso andamos. Hay que re-estimular la producción de café con los beneficios adicionales a las cuencas donde se cultiva. Nuevamente debemos llegar a una balance positivo para Venezuela. Los excedentes de arroz pueden colocarse formal o informalmente a los vecinos. Colombia tiene un déficit de unas 150 mil toneladas y Brasil necesita 1,2 millones de toneladas de arroz. La gente de FEVEARROZ se llena de nervios cuando se habla de expandir la producción porque cuando ha habido excedentes nuestros vecinos se cierran a nosotros, todo lo contrario a lo que hacemos nosotros con sus productos. Se ha pensado en realizar un encuentro sobre economía de fronteras, que nos permita ver el problema más allá del contrabando de extracción, en una estrategia de vaciar los excedentes a los vecinos, pero para eso… ¡hay que tener excedente!
La reserva estratégica de alimentos es otro aspecto a considerar en la ecuación de disponibilidad, por su carácter dinámico puede asumir diferentes valores según sean los rubros y las estrategias nacionales. Nunca deben ser menos de tres meses de contingencias y lo mejor es consolidarlas en base a producción nacional.
Finalmente, como todas las agriculturas del mundo, hay pérdidas que le restan eficiencia al sistema agroalimentario. Unas montadas artificialmente para burlar los programas crediticios, otras ocurren por causas naturales, pero nunca podrán explicar la caída enorme de la producción nacional entre el 2009 al 2012, otras son debidas a las prácticas culturales, manejo de cosecha y postcosecha, sobre las cuales hay que trabajar más desde la ciencia y la tecnología, y las otras pérdidas difíciles de contabilizar son las extracciones detestables y anti patria de alimentos.
Si estas fuesen notas tempranas para hacer la revolución en la agricultura, o si hay ideas mejores, que vengan, que complementen, que sumen, que salgan del escondido en que han estado, porque lo de producir alimentos es un tema crucial para sustentar la revolución.
He escuchado voces mediáticas agoreras solicitando veladamente la injerencia imperial, en materia de importaciones de alimentos, para colapsar el país. También he escuchado los alertas sobre un paro maicero que nos daría en la madre, por ser el alimento preferido del pueblo venezolano, y siempre recuerdo la amenaza de un paro semillero, premisa sobre la cual se montó el plan nacional de semillas.
El petróleo ha sido el alimento de la revolución hasta donde vamos; la revolución en la agricultura será el sustento real de los procesos de transformación de la economía del país, o al menos imagino que eso dirán en el Congreso Nacional Campesino, próximamente.