Hace poco estuve en un encuentro muy sabrosito con algunos patriotas de los buenos y que estaban celebrando una cuestión de calendarios, ahí nos zampamos uno que otro cc de una cuestión y comimos camaiguanas fritas y bien tostaditas las bichitas, para atemperar.
Y, salió a relucir el tema de las colas para comprar comida, nada extraño ahora en plena guerra económica contra Venezuela por parte de muchos y, entre otros, del ex presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, el propio “bachaco fundillú” al que Alí Primera definió de manera elocuente en sus poemas: “…las hormiguitas viven trabajando / pero el que está gozando es el bachaco fundillú /…se guarda la riqueza que produce el hormiguero y etcétera.
¿Recuerdan ustedes al tal comisariato (o comisare) de esos años 50 ó 60 y en los que apenas grupitos de trabajadores petroleros super explotados podían acceder?
Bueno, era tal la cosa que los gringos ponían en esos exclusivos abastos los excedentes de la producción norteamericana y con eso ellos hacían caída y mesa limpia.
Ojo, que no todos los venezolanos de a pie podían ir a comprar comida a esos abastos de entonces si no tenían la libreta de racionamiento impuesta por la burguesía rentística petrolera.
Hay que echarle un ojo a esa política vulgar a la que todavía algunos de los sindicaleros relambeñemas de la MUD (véase en Lara) quieren apelar para pescar en río revuelto.
¡Pero, no volverán!