¡...Y palo y palo y, Magallanes será campeón!

Y la gente sigue yendo a los estadios beisboleros. El fanatismo es tal
que no importa lo que les cobren total que con saborear varias
cervecitas bien frías y, tragarse un par de bolsitas de cotufas se
pasa el tiempo mejor mientras, los jugadores en el terreno ponen la
cómica como anoche lo hizo el Magallanes frente al representante de
Puerto Rico y, por segunda vez como unos mediocres uniformados de la
Polar en esta serie en que se escogió a la isla de Margarita para
deshojar las margaritas sin pétalos de vergüenza deportiva que
vanagloriar.

Y, con todo el cinismo del mundo de ese mundo en que se abanica el
tiempo como comercio de buscadores de proezas como bateadores de turno
que lo que vale es tirarle el bate a una pelota que a lo mejor es
hecha en Haití que se descose de pobreza y, que vanidosamente recrea a
grandes ligas y aspirantes tras el bendito dólar que suelta vida y, le
da vida a esa lid como comercio bien floreciente en el Norte y, otros
países que aúpa la inocencia de no hacer más nada en la vida que andar
de parque en parque tras de una fama tan efímera que son pocos los que
pasan al salón de fama del recuerdo y, a veces después de muertos.

El equipo venezolano que esta vez nos representó hizo caso omiso a la
petición del presidente Maduro que irónicamente les pidió que el
trofeo de la serie sería una buena presea como incentivo del momento
que vive Venezuela y, además porque la misma se desarrolla en el mes
de febrero que representa en sí parte fundamental de la lucha política
del proceso en que el comandante Chávez se la jugó todo su honor con
un fusil, por lo que debía quedarse en casa y, hasta hubo alguien del
equipo que a ultranza tuvo la osadía de dedicarle el triunfo final a
su memoria.

Pero lo que sucedió en el terreno de béisbol de Guatamare fue una
desidia total que se tragó sin compasión ni ilusión ni competitividad
el desenlace que deja al equipo criollo fuera de la final como unos
novatos incapacitados de levantar la bandera del fortalecimiento en
ese ramo deportivo que vacía el fanatismo de sus seguidores contra el
suelo, mudos por las malas jugadas y las pocas oportunidades de
alzarse con el triunfo contra el otro equipo que demostró más
paciencia y más sapiencia en el desarrollo efectivo del momento y,
creó más y mejores situaciones como deportistas de una Colonia,
lastimosamente latina que vino a alzar su voz y su emoción como
mejores actores en ese parque en que se enfrentaban a los nuestros que
parecían más bien unos indefensos y vulgares cazadores de las causas
perdidas de otro festín fuera de orden sin práctica ni acierto que los
definiera como peloteros profesionales que más bien parecían unos
cómicos descalzos de intuición y faltos de dinamismo que ofreciera un
buen acierto definitorio a su público que quedó más opacados que ellos
que, salieron del estadio con el rabo del orgullo fruncido como
chavistas unos y escuálidos otros.

Lo cierto del caso: que el Magallanes será campeón se lo llevó un
viento frío que se metió en la Isla con unas lluviecitas que en colas
fugaces amainaban el tiempo de palo y palo en que se antoja una
canción de dejarlos mal parados sin fustigar a un enemigo deportista
que lo venció dos veces para mayor vergüenza de su tropa que parecían
marionetas de un juego que no escapa al desorden y al mal uso en
privado de la conciencia del buen deportista como pelotero en
particular.

Los cohetes de la furia magallanera se quedaron fríos y, como el
mañana para ellos será otro día si es posible del año que viene que
vendrá y será esperado con la misma furia que traen las pasiones de
estar en el juego cuando se compite para ganar y no para perder y
perder feo -muy feo.

Tendremos un campeón caribeño como siempre que no será venezolano,
pero así es el deporte del béisbol en que el más oportuno y dedicado
saca provecho en el terreno de juegos y, el que más errores comete se
entierra y, no pasa a la final sino a llorar al Valle y, así quedó el
Magallanes como un pirata más, pero eso que importa si ellos son así.


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Esteban Rojas


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