EE.UU. contra Latinoamérica, no hay un rincón neutral

La mediocridad detesta el talento. El reciente intercambio verbal entre el pigmeo intelectual Vicente Fox y Hugo Chávez no refleja otra cosa. Chávez supera ampliamente la figura de Fox por numerosas razones, y es relevante mencionar que hace 70 años, México desafió a Estados Unidos de la misma manera como lo hace Chávez hoy en día. Como Lázaro Cárdenas, Chávez ha tenido éxito mediante reformas sociales radicales. La hostilidad de Fox hacia Chávez proviene probablemente tanto de las raíces de su Partido de Acción Nacional en la historia de México como de su colaboración con el régimen Bush.

Fox criticó al presidente argentino, Kirchner, y al presidente de Venezuela, Chávez, en la reciente Cumbre de las América en Mar del Plata. Kirchner y Chávez respondieron como se lo merecía. Pero aunque Fox mejoró rápidamente las relaciones con Kirchner, él y sus asesores, agudizaron la discusión con Hugo Chávez hasta llegar al retiro de los embajadores de ambos países, dejando las relaciones entre los dos gobiernos al nivel de los encargados de negocios.

La agenda de la cumbre de Mar de Plata iba a tratar supuestamente sobre todo de los problemas relacionados con el empleo. Fox quiso imponer la discusión del proyecto comercial continental del régimen Bush, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El anfitrión de la cumbre, Néstor Kirchner, se negó. Aparte de su participación en la cumbre oficial, el presidente Chávez asistió a una inmensa manifestación en la que dio por muerto y enterrado al ALCA. Su discurso fue recibido con entusiasmo por decenas de miles de participantes.

Libre comercio – los países andinos se toman su tiempo

Después de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos [CAFTA, en sus siglas en inglés], el impulso del gobierno de EE.UU. por cerrar un puñado de acuerdos similares de venta de sus soberanías en los países andinos tambalea. EE.UU. había planeado originalmente la finalización de esos acuerdos para principios de 2005. Pero los tres países andinos afectados, primero Ecuador y Colombia y finalmente Perú, se retiraron la semana pasada de las conversaciones comerciales con los negociadores estadounidenses. La inconformidad general se concentra en las posiciones de negociación de EE.UU. sobre la agricultura y otros temas cruciales como la propiedad intelectual y los servicios, que son demasiado rígidas. Los negociadores de EE.UU. parecen basarse en la próxima caducidad de acuerdos comerciales preferenciales previos con los países andinos para forzar su ventaja.

Ya que la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Hong Kong tendrá lugar a principios de diciembre, parece poco probable que las negociaciones comerciales andinas se reanuden en serio antes de fines de enero o febrero del próximo año. Esto acerca mucho más todo el programa de discusiones a las venideras elecciones en todos los países respectivos, haciendo que esos acuerdos de entrega de las soberanías jueguen un papel como temas más inmediatos en las campañas electorales. Esto podría afectar a las negociaciones comerciales, ya que los negociadores irán mirando hacia las perspectivas electorales de sus gobiernos.

En México, la caída de los niveles de vida como resultado del Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica puede influir en la reacción mayoritaria. Chile se orienta sin cese hacia un déficit comercial causado por el aumento de las importaciones después de dos años de acuerdo comercial con EE.UU. A medida que pasa el tiempo, existe más y más evidencia que muestra que el “libre comercio” con EE.UU. es un trago envenenado para la mayoría, ya que beneficia sobre todo a las corporaciones multinacionales de EE.UU. y a elites locales dispuestas a vender a su propio pueblo.

Figuras populares inspiradoras como Hugo Chávez constituyen comparaciones embarazosas en ese contexto para fracasados resentidos y aislados como George W. Bush y su factótum Vicente Fox. Los medios imperiales prefieren evitar comparaciones semejantes. Pero a la gente en los países sudamericanos les es cada vez más difícil ignorar las comparaciones.

Por el momento, después de las observaciones agresivas de Fox en Mar del Plata, Bush puede afirmar que no sólo EE.UU. tiene problemas con Hugo Chávez: ¡Miren, también, ha molestado a México! Por su parte, Fox puede agitar su versión de Chávez como cuco para atemorizar a los electores mexicanos: ¡Miren, el favorito opositor para las presidenciales, López Obrador, es amigo de Hugo Chávez, cuidado! Pero a ese lamentable vehículo contra Chávez, que no lleva a ninguna parte, no le queda mucho aliento.

México – la desilusión persistente de la gente

En realidad, probablemente sea útil enfocar un problema de bastante importancia para los mexicanos: ¿Decae México? Desciende poco a poco en la lista de las economías más poderosas del mundo, del décimo sitio en 2003 al duodécimo en 2004. Según los indicadores macroeconómicos del Banco Mundial cualquiera pensaría que México se encuentra en pleno auge. El producto interno bruto asciende a más de 670.000 millones de dólares y el ingreso nacional bruto por persona es de más de 6.700 dólares. Pero, como en todas partes, esas cifras macroeconómicas carecen de significado si son consideradas ante la inmensa desigualdad que caracteriza a México, tal como sucede en el resto de Latinoamérica.

Parece que hasta el Banco Mundial está de acuerdo en que los niveles de pobreza mexicanos en 2004 son similares a los de los años antes del NAFTA, a principios de los años noventa. Alrededor de un 50% de la gente vive en la pobreza y más de un 70% en extrema pobreza: como si alguien tuviera alguna medida fiable de esos términos; nadie la tiene. De muchas maneras, México aún no se recupera de la crisis financiera de 1994 y 1995, cuya secuela fue extremadamente agravada por el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA). El empleo no es una garantía de seguridad – la mitad de los mexicanos empleados carecen de prestaciones legales de empleo.

Las posturas de Fox en la escena internacional podrían formar parte de un esfuerzo desesperado y resentido por agregar un poco de brillo a su presidencia fracasada. Por cierto, a los mexicanos de a pie les ha ido mal bajo su gobierno. En julio de este año, las autoridades de EE.UU. cerraron su consulado en Nuevo Laredo en Tamaulipas. La incontrolable violencia relacionada con el narcotráfico hacía que fuera inseguro que siguiera abierto. En Ciudad Juárez, aún no se resuelven los asesinatos en serie de cientos de mujeres, sobre todo trabajadoras en las numerosas maquiladoras de la ciudad.

Las fuerzas de seguridad violan rutinariamente los derechos fundamentales en todo el país. La orgía de violencia policial del año pasado contra cientos de manifestantes contra la globalización en Guadalajara durante la cumbre de ‘libre comercio’ europeo-latinoamericana fue sintomática. La violencia contra grupos y activistas ecologistas e indígenas es endémica. Todos estos problemas son agravados por los cambios sociales y demográficos provocados por el creciente deterioro agrícola de México.

Recientemente, el senador del PRI José Castro Veracruz denunció que el gobierno no ha ayudado a las poblaciones que sufren hambre en un 70% de las municipalidades de ocho estados: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Yucatán, Hidalgo, Pueblo y Campeche. Es una señal clara de la crisis en las comunidades rurales de México. Se reporta que la producción de arroz ha caído de 30.000 campesinos que labraban 250.000 hectáreas a sólo 5.000 en 70.000 hectáreas. México ahora importa arroz para el consumo interior. En 2008, las estipulaciones del NAFTA significarán que la producción interior de granos básicos de maíz y frijoles quedará sin ninguna protección.

La principal figura de la oposición, Andrés Manuel López Obrador, a quien Fox quisiera tildar de demagogo, quiere renegociar el NAFTA para proteger a hasta 3 millones de familias rurales amenazadas por las próximas medidas del NAFTA. El corolario de la decadencia agrícola es un notable cambio demográfico: cientos de miles de personas de las áreas rurales se lanzan a buscar de una vida mejor. La agricultura ha perdido más de dos millones de puestos de trabajo en los últimos años. Aunque la industria ha creado cerca de dos millones de empleos en el mismo período, la población económica activa ha aumentado en más de 10 millones. El “libre comercio” podrá significar importantes aumentos en la inversión extranjera, pero sólo en ciertos sectores, para un pequeño número de firmas. Mientras más dinero ingresa al país, aún más se va. La huída de capitales de México ha alcanzado niveles récord.

Recuperación de los derechos sociales y económicos

En diciembre, Venezuela se convertirá en miembro pleno del bloque comercial Mercosur. Se unirá a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay para hacer que el Mercosur sea un bloque comercial aún más formidable, a pesar de sus propias contradicciones internas. En diciembre, también, es posible que Bolivia elija como presidente al líder campesino progresista Evo Morales. En general, el gobierno de EE.UU. pierde perceptiblemente terreno en varios frentes en Latinoamérica. Incluso en el campo militar, sus esfuerzos por ayudar al narcopresidente Álvaro Uribe a derrotar a las FARC-EP y del ELN en la guerra civil colombiana han fracasado evidentemente. Este fracaso explica los crecientes esfuerzos del gobierno de EE.UU. por involucrar a otras naciones andinas en operaciones militares, como en la reciente quinta Conferencia Regional de Seguridad instigada por EE.UU. en Quito, capital de Ecuador, a la que no asistió Venezuela.

México ha expresado su deseo de convertirse en miembro asociado del Mercosur. Podría ser una oportunidad para EE.UU. y sus aliados para infiltrar más caballos de Troya en el Mercosur. O podría ser una oportunidad para que un futuro gobierno mexicano convierta al sur en su norte, como ha dicho Hugo Chávez, cambiando sus prioridades económicas del enriquecimiento de las multinacionales y de los acreedores extranjeros a considerar en primer lugar a su propio pueblo. Como el gobierno de Cuba, las autoridades venezolanas reconocen los derechos sociales y económicos de su gente. El gobierno mexicano no lo hace en la práctica, de ahí su incipiente deterioro y la relevancia de la presencia del movimiento zapatista para un futuro que incluya a todos los mexicanos marginados por decenios de injusticia social y económica.

Venezuela encara exitosa y prácticamente sus problemas de pobreza y desigualdad dentro de una estrategia continental basada en la integración soberana. Al contrario, como todos los demás políticos que venden su soberanía en Latinoamérica, los actuales dirigentes de México no tienen la menor idea de cómo superar la pobreza y la desigualdad. Siguen en todo a los deslucidos faldones del grandioso cascote que solía ser reconocido como EE.UU., y van de fracaso en fracaso en la satisfacción de las necesidades básicas de su pueblo.

La suspensión de las relaciones diplomáticas a nivel de embajador con Caracas muestra claramente ese fracaso e indica la ausencia de opciones que encaran otros países latinoamericanos. La disyuntiva continental a nivel gubernamental es entre un neocolonialismo de ‘libre comercio’ sin porvenir, estéril, y la integración soberana que dé prioridad a las necesidades sociales del pueblo por sobre los beneficios corporativos. Es la versión económica del agresivo mantra de “con nosotros o contra nosotros” de Bush, la última versión de la diplomacia estadounidense de “haz lo que queremos, o ya verás”.



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