Ya al final de su mandato el presidente mexicano, Fox, ha adquirido una notoriedad mediática que lo ha expuesto como el mayor defensor de las políticas coloniales norteamericanas, más concretamente como defensor del moribundo proyecto ALCA que él y Bush trataron de meter de contrabando en la IV Cubre de las Américas.
Naturalmente que nada de raro tiene que él defienda al ALCA si fortaleció –yendo contra los intereses del pueblo mexicano– el pacto de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Pero en la Cumbre de Mar del Plata el dirigente derechista mexicano perdió totalmente la compostura y arremetió con epítetos y frases irrespetuosas contra los presidentes de Argentina y Venezuela, dolido como estaba porque las naciones del Sur América, la vanguardia integracionista americana: Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay y Paraguay, no se dejaron meter el contrabando que pretendía Bush, Condolezza, los halcones fascistas norteamericanos y sus cipayos latinoamericanos, con Fox de primero, y el ALCA no se aprobó.
A la cabeza de una patota de presidentes dóciles a la voz del amo norteamericano, Fox, respirando por la herida, fue tan agresivamente cínico, grosero que saltó a la torera las más elementales normas de la cortesía diplomática que obligó a un hombre tan ponderado y equilibrado como el presidente argentino, Kirchner a darle una respuesta tan agria y contundente que sorprendió a la comunidad internacional y al mismo Fox que no esperaba semejante reacción nacionalista, de soberanía y patriotismo del mandatario argentino.
Con el presidente Chávez ocurrió otro tanto. Agredió verbalmente al presidente venezolano, a las políticas de su gobierno, al país y a su libre auto determinación, recibiendo la respuesta contundente y firme de presidente venezolano quien lo llamó “cachorro del imperio”, lo que en verdad es.
Con Fox, la tradicional e histórica posición neutral y latinoamericanista de la política exterior mexicana, de respeto a la libre auto determinación de los pueblos, nacida en las entrañas de la revolución popular de 1910 y mantenida durante todo el siglo XX, cambió radicalmente y el gobierno dio un giro a la derecha internacional, se acercó peligrosamente a los intereses de los sectores norteamericanos más recalcitrantes, a aquellos que, después de la caída del socialismo europeo, arremetieron contra pueblos y naciones para no sólo imponer el neoliberalismo sino tragarse economías completas.
Desde su llegada al poder, Fox tuvo el triste papel –por instrucciones del imperio– de mantener vivo un frente de la guerra fría al arremeter permanentemente contra la Cuba socialista y contra el presidente Fidel Castro, nación hermana a la que todos los gobiernos mexicanos anteriores habían respetado en su libre auto determinación; ahora lo hace contra Argentina y Venezuela, hiriéndonos en nuestra dignidad como naciones soberanas.
En vez de reclamarle, como gobierno soberano, a los Estados Unidos, que le devuelvan a México siquiera una cuarta parte del territorio que le robó y defendiera a ese pueblo que va al norte, a ocupar las tierras que ancestralmente le pertenecen, Fox lo que quiere entregarle es más soberanía y riquezas latinoamericanas al gringo usurpador y opresor.
Mal final parece que va a tener este personaje que de manera inmoral le está sacando las castañas del fuego a un Bush acobardado y derrotado. Por lo pronto el PAN, su partido, parece que está en vías de desaparición y otras fuerzas renovadoras y más dignas se levantan en el escenario político mexicano.
(caracola@cantv.net)