A la clase media venezolana, y a la mayoría de los jóvenes de su seno, se les ha convencido que el único modo ya de salir de este “régimen comunista” es incendiando el país y asesinando a quien trate de oponerse a ello, para que el país sea intervenido por potencias extranjeras. Muchos además de creerlo lo desean de corazón.
La propaganda “proimperial” que durante 15 años se realiza en laboratorios gringos ha penetrado profundamente estos sectores de nuestra sociedad. Por ello, son incapaces de entender que no tiene ningún sentido que incendien sus propias urbanizaciones, destruyan bienes públicos que le sirven a ellos mismos (metro, bancos, vehículos de CANTV, CORPOELEC, etc.) e intenten reeditar la fallida experiencia del golpe de abril de 2002.
La dirigencia opositora vuelva a demostrar, ante su sumisión y complicidad al plan fascistas de derrocar al gobierno legítimamente constituido, que quienes verdaderamente controlan la oposición venezolana son los gringos y sus intereses imperiales. No es que sólo un ala extremista de la oposición es fascista, es que la dirigencia opositora se pliega al fascismo. No es que todos los que han votado y votan contra Maduro son fascistas, es que la oposición le ofrece a sus partidarios salir del gobierno por atajos, tristemente la mayoría de la gente de a pie opositora parece coquetear con esa idea.
El chavismo ha demostrado tener una confianza suprema en sus dirigencia y atiende disciplinadamente las orientaciones de su principal dirigente, Nicolás Maduro. Si no fuera así hace rato que el país ardería por los cuatro costados, detrás de lo cual vendría la intervención extranjera que tanto añoran los opositores y las clases acomodadas.
El pueblo es sabio y paciente, como reza la canción de Alí. No han podido, con sus provocaciones, sacarlo del carril de la Revolución, ni han logrado ni lograran que ese pueblo, que hace 25 años hicieron masacrar (27 F 1989), se equivoque pensando que los burgueses buscan su redención.
Échenle bolas, toquen cacerolas, tráguense el humo de su basura, vivan la zozobra de quemas y trancas guarimberas en sus urbanizaciones, traguen de vez en cuando gases lacrimógenos. El pueblo durante cuarenta años, e incluso muchos antes todavía, sí de verdad fue víctima de feroz represión de gobiernos que aunque con ropajes democráticos nunca atendieron los derechos humanos. El pueblo pobre y humilde si conoció represión, cárcel, tortura y desaparición de sus hijos que se atrevieron a rebelarse contra esos gobiernos proimperiales.
El pueblo de Bolívar, que es el mismo pueblo de Chávez, sabrá honrar a sus antepasados que desde Guaicaipuro, pasando por Andresote, José Leonardo, Miranda, Ribas, Sucre, Mariño, Josefa Camejo, Juana la Avanzadora, Luisa Cáceres, Zamora, Cipriano Castro y cientos de miles de hombres y mujeres anónimos vivieron y murieron para ser libres, soberanos e independientes.
Con Chávez, Maduro y el Pueblo el socialismo es seguro.