¡Chávez!, qué recordar de él que no se haya dicho. ¿Cómo obviar su presencia sin dejar de verlo, tal cual, fue? De todos sus principios fundamentales que insertó en la nueva historia de este país, su humana conciencia es una guía de síntesis y sueños como el líder que entendió cabalmente la pragmática de la política que accionó en cada uno de sus actos públicos como privados.
Se hizo político como el militar que nunca dejó de ser. Encajó la vida militar con la civil y, de allí su unión y, en un abrir de ojos, hubo un, por ahora, que mordió el tiempo y, se hizo realidad. Él, jugó con el tiempo jugando béisbol, ese pudo ser el cauce del río vivencial que le corría por dentro que le abrió el apetito filosófico de saber atender y, con toda la particularidad de su devenir histórico de llevar a la práctica con tenacidad la sentencia, Águila no caza moscas, con que sepultó a más de uno cuando buscaban ofenderlo con diatribas descalificantes.
La risa de Chávez, era un espejo de alegría en que la ironía de la vida se lo tragó cuando el porvenir lo esperaba sonriente. Pero, su infinito no desapareció, lo hizo infinito. Se iluminó descubriendo a Bolívar y, ambos se eternizaron en obras y acciones con la diferencia de que Chávez somos todos y, la moral y las luces nos la dio Bolívar como una necesidad de entender a Chávez, quien nos invadió en cuerpo y alma y, quienes no lo sienten así, penden de un odio sin paz, cubiertos de una rabia que los tiene locos.
El Chávez presidente, le dio esperanzas de mejor vida a un pueblo muerto de angustias que se moría a la vez de miseria interna y, como pudo le quitó a los ricos de la oligarquía que encumbrados de poder, tenían el "privilegio" desde La Colonia de encaramarse en los mejores cargos administrativos de la Hacienda Pública en que raspaban la olla de los tributos económicos a sus anchas por feudos arbitrarios con que despojaban al pueblo y, lo mantenían en pobreza extrema y, al mismo tiempo nos dotó de leyes que rompieron con todos los planes de la IV-R y, esa furibunda oligarquía se alzó en su contra con la anuencia del imperio y, lo sacaron del poder, por apenas 48 horas, en que también los jerarca de la iglesia católica se arrodillaron a los interéses foráneos y se sumó a exigirle su renuncia que no lograron y, él con un Cristo en sus manos regresó a gobernar a su pueblo y, se hizo redentor de los pobres hasta que su organismo se infestó de un virus patológico que le inundó un cáncer que, se lo llevó y lo hizo eterno ante el mundo.
Chávez, en un arrebato de sinceridad, decretó al inicio de su primer gobierno, la instalación de un referendo como poder originario del pueblo que no fue nada fácil que otros políticos del pasado lo entendieran y lo aceptaran, para darnos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que, nos instaló en el mundo como un pueblo libre democrático, repertorio de su convivencia diaria con un legado de ideas de sembrar la paz interna de una nación que recibió de la provincia a un líder revolucionario de convivencia y consistencia que se entregó de cuerpo, alma y corazón, a orientar con su esfuerzo creativo a la justa independencia que como país nos debíamos y, que por primera vez, pudiéramos tener una Patria libre de toda injerencia extraña a nuestros ideales.
Chávez, soñó y nos metió de lleno en sus sueños armónicos y, nos enseñó a pensar y, a descubrir y transformar el pensamiento de Bolívar en toda su dimensión en la sana dirección de mantener el pueblo unido de ser buenos y prósperos ciudadanos, armadores de voluntades en la cooperación de servirle a la Patria, para tener Patria y, él a un año de su muerte nos sigue alumbrando el camino que hemos de seguir como hombres justos y honrados.
Chávez, es nuestro pan espiritual que hemos sembrado en el arco infinito de sus bondades y, al que llevamos con nuestros cantos, tras la aurora resplandeciente de estar en primera fila con un fusil de ilusiones que nos aleje de las mentes perversas que han vendido sus almas al imperio y al fascismo de sus deslealtades. Somos chavistas y chavistas seremos hasta que el sol de su verbo natural ilumine el horizonte que hemos de transitar. Chávez, es nuestra fe. Chávez, es un libro abierto en medio del desierto de las ignominias. Chávez es un paraíso que convive en el poniente de nuestras inquietudes. Chávez es el padre que junto al hijo de su despertar nos alegra cada mañana con sus recuerdos. Con Chávez, hasta la victoria siempre.