A un año del adiós al comandante Hugo Chávez resplandece como la mayor de sus aportaciones políticas el haber trasformado en conciencia de millones la indispensable unidad de América Latina y el Caribe. Unidad que él practicó inspirada en hondos sentimientos de amor, solidaridad y hermandad. Nos enseñó que sin ella no somos ni seremos independientes, girones inconexos a expensas de los apetitos imperialistas.
Chávez fue al autor principal e inspirador del entramado institucional que canaliza y consolida esa conciencia: Alba, Petrocaribe, Unasur, la Celac. Mucho se ha escrito y se escribirá en el futuro sobre esta portentosa hazaña de uno de los grandes hombres de Nuestra América.
Pero hoy hablaré de otra contribución fundamental de Chávez a la historia y la cultura política no sólo de Venezuela sino de la Patria Grande, que es la construcción de esa fuerza social revolucionaria, profundamente democrática y popular, educada en la lucha antimperialista y antioligárquica, que es el chavismo.
Corriente de pensamiento y acción política profundamente renovadora, abreva ante todo en la tradición revolucionaria venezolana resumida en Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora por aquellos militares patriotas que hicieron el juramento ante el bolivariano Samán de Güere (http://www.ciudadccs.info/?p=
En las nuevas condiciones históricas de América Latina en los noventas, el chavismo hizo el milagro de promover trasformaciones revolucionarias mediante la toma dilatada y por fases del poder por el voto y no de una vez por las armas. Inició su ruta institucional con una Asamblea Constituyente redactora de una nueva Constitución aprobada en referendo por 71.8 por ciento del electorado. Ello dio la pauta para toda su práctica política ulterior basada en la fiel observancia de la constitución y las leyes y en una trasparencia electoral única. A tal grado que ha hecho exclamar al ex presidente de Estados Unidos James Carter: “…de las 92 elecciones que hemos monitoreado… el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo”.
El chavismo posees una cualidad cultivada por Chávez y es lo que él llamó “paciencia estratégica”, al referirse a la actitud a asumir frente a los jefes militares golpistas que montaron la provocación en la Plaza Altamira. En lugar de barrer con ellos mediante la fuerza dejó que se cocinaran en su propia salsa.
Ello pude explicarnos que el presidente Maduro en lugar de ordenar el asalto por fuerzas de seguridad de las guarimbas fascistas de los barrios pudientes de Caracas y en San Cristóbal y Valencia, las haya enfrentado con esa misma paciencia. Si la ola de violencia fascista en Venezuela no se ha convertido en el baño de sangre que buscan la oposición más chiflada y Washington es en primer lugar por el enorme apoyo de masas a Maduro, y es también gracias a esa humanidad y prudencia en la aplicación de la fuerza que caracterizan al chavismo. ¡Cómo chilla la derecha para que no se llame a los fascistas por su nombre! Basta ver CNNe.
Las guarimbas languidecerán porque hasta muchos de los vecinos que las apoyaron en sus urbanizaciones de clase media ya se cansaron de soportar el humo de los facinerosos, los gases lacrimógenos de la policía y el prolongado encierro; otros que nunca las apoyaron exigen su desmantelamiento como puede leerse en muchos tweets. No soportan más esa tortura mientras cientos de miles de venezolanos han estado disfrutando del carnaval en playas, parques y ríos.
Por eso se prepara una puñalada artera contra Venezuela a la que se ha prestado el reaccionario y sumiso gobierno de Panamá para condenarla en la OEA y propiciar la intervención militar. Maduro ha dicho que Venezuela no aceptará intervenciones de nadie y las rechazará enérgicamente. Nada de la OEA. Y en igual actitud, la Coordinadora Simón Bolívar del combativo y revolucionario barrio caraqueño 23 de enero me pide dar un mensaje a los lectores en el aniversario de la siembra de Chávez: ¡No pasarán!