Como el Sol, aunque se oculte no deja de alumbrar, ese es el Chávez que retumba con potencia en todos los espacios

Érase una vez, por allá lejos, muy lejos -en mi remota juventud- hubo una inaccesible princesa que no sé si existe todavía, mas, el caso es que yo solía espiarla para meterle embustes bonitos que, aunque tales, fueron desoídos una otra otra y otra vez más con argumentos baladíes y maleducados, tal entre otros tan hirientes como que yo era un necio.
En una ocasión en la que le dije que yo era el más empedernido optimista habido y por haber ella me relató una moraleja que más o menos sonaba de esta manera:
“Dos personas, una optimista y una pesimista, caminaban por un sendero y vieron una matica de rosas hermosas, el optimista exclamó ¡oh, que flor tan bonita, aunque tiene espinas!; en cambio, el pesimista dijo que ¡hasta las horrendas espinas dan flores!”
No viene al caso lo que la insensata princesa quiso decirme y ni tampoco espero mangos de un limonero, de lo que se trata es ir al grano del símil.
Es que mientras uno puso el énfasis en la flor el otro lo puso en la espina, y así sucede en concreto muchas veces.
Inclusive algunos compatriotas hablan bolserías contra la revolución, de manera injusta, y con lo cual abonan el argumento de los zamuros de la MUD. Hacen alharacas de uno que otro error en vez de poner el énfasis en los grandes logros de la revolución bolivariana.
La conducta pesimista no abona sino que consume, agota la posibilidad de logros mayores.
La tristeza es inútil, cuando uno está triste decae la moral de combate, la tristeza influye negativamente sobre los estados de ánimo; Chávez se la pasaba cantando aunque todas las veces desafinado; cuando yo veo a una muchacha bonita le canto una saloma y ella siempre queda encantada, me consta.
A veces, algunos poetas pretenden llevarnos a un mundo ideal con sus poemas, otras veces ese mismo poeta da en la diana y dibuja la realidad de modo sublime y concreto; en su “Canto a Bolivar” Neruda da en la diana y deja perplejo al más flemático pero en “Farewell” hace oda a la tristeza y esa no me gusta, en consecuencia.
Chávez cantaba hasta en los momentos más duros, él sabía que su alegría era contagiosa y moralizadora.
No hay que ir lejos -aunque he ido lejos en mi evocación- para distinguir a un chavista de un escuálido, el chavista suele andar alegre mientras que el escuálido vive amargado.
La alegría y el optimismo del Comandante Chávez retumban con enorme potencia en todos los espacios de la patria venezolana y lo que uno anhela es que sea para bien de todos, e inclusive para escuálidos.
La paz, a mera cuenta, nos beneficia a todos, independientemente de que haya quienes no lo reconozcan. Ojalá prevalezca la paz y que la oposición se sume a los esfuerzos en su procura.
Aunque el Comandante Chávez ya no ande físicamente entre nosotros, su presencia se manifiesta en potentes formas de energía moral para bien de la patria, que es de todos.
Nada es perfecto, nadie es perfecto; si existe la perfección eso será en un mundo ideal, bien lejos del mundo real, así que a entendernos a favor de la paz.
Que cada quien saque sus propias conclusiones.
Ah, de paso, le puse 100 puntos a Maduro por su férrea defensa de la paz.



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Guillermo Guzmán


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