El poeta Andrés Eloy Blanco y las guarimbas

¡Ah, mundo!, exclamaría el poeta cumanés al enterarse que unos coterráneos suyos, cobijándose y escondiéndose en la oscuridad de la noche, derriban un busto que décadas tras décadas ha permanecido en una apacible y sombreada placita ubicada a pocos metros de su casa. Hasta allí ha llegado la barbarie de quienes a falta de apoyo popular y respeto se les ocurre pensar que derribando árboles, estatuas, semáforos y quemando basura en horas de la madrugada elucubran un ejercicio de cálculo mental con el propósito de ver cerquita la hora final de la Revolución Bolivariana.

Decía en un artículo anterior que este sector dislocado de la oposición le ha dado por pretender aguarle fechas festivas y vacaciones a los venezolanos. La manía comenzó en las navidades del 2002. Resulta que en estos carnavales, pequeños grupos, ridículos por demás, mudaron su playita para los plenos centros urbanos en son de protesta y hasta “que se vaya maduro”. La pancarticas y mensajes del “no al carnaval” se les quedaron fríos porque la mayoría de nuestros compatriotas sencillamente no ve razones para recrearse en los días libres. Uno no se imagina lo que harán en Semana Santa. Como seguramente no irán a las playas, es casi seguro que les dé por acompañar a Jesús en una crucifixión colectiva. Pero al llegar al templo saldrán a latigazos. Ya los veremos.

Decía que la memoria del poeta cumanés ha sido agredida por quienes en sus “laboratorios de la maldad” ya no encuentran que inventar para culpar a los chavistas. Recuérdese que hace algún tiempo, en Caracas y otros estados, algunas imágenes de santos y santas también fueron derribadas en una afanosa e improductiva campaña anticomunista.

En esta oportunidad, en Cumaná varios a varios bustos de distintas plazas, que hay muchas en Cumaná, les colocaron mordazas rojas (¡!) con el conocido letrero del SOS (¡!) que vienen utilizando los guarimberos de la oposición. Por supuesto que Andrés Eloy no se salvó. Tampoco la estatua ecuestre del Mariscal Sucre, en el céntrico Parque Ayacucho. Ese día, Sucre y su caballo también recibieron la visita nocturna de estos desesperaditos y bien pagados. Bandas de papel con el letrero “Sos libertad”. ¿Qué tal? ¿Quiénes andan con este macán? ¿Serán los mismos que atraviesan guayas en las calles, cortan árboles con desenfreno, echan aceite en las autopistas y recogen basura para quemarle a los vecinos? ¿A quién engañan?

Hechos como éstos, merecen el repudio ciudadano. Atentar contra la naturaleza, el patrimonio y la memoria de nuestra ciudad es sencillamente detestable. En consecuencia, quienes lo están haciendo con claros fines politiqueros son delincuentes. Se equivocan si la intención es hacer creer que la gente de la Revolución Bolivariana haría actos de este tipo a sabiendas del apoyo que nuestros gobierno les prestan a la cultura, los cultores y al patrimonio nacional.



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Juan Azocar


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