La paz de los valientes

Persistir en la búsqueda de una Paz digna y duradera en medio de un conflicto político con manifestaciones de violencia y articulado con apoyo de potencias y factores políticos y económicos nacionales, regionales y mundiales, no es ni podría ser una tarea fácil porque, estando de por medio importantes intereses geopolíticos y económicos, todos los diversos actores externos intentaran siempre imponer sus condiciones sin importarles las consecuencias que estos graves acontecimientos tengan para el bienestar de los pueblos afectados.

Reivindicar la Paz como un espacio imprescindible para la solución civilizada de una confrontación violenta en el seno de una sociedad en procesos de Transición y escindida por los intereses de las diversas clases y grupos sociales que la integran no supone una postura débil de quien convoca y persiste en la solución pacífica negociada del conflicto, ni mucho menos de cobardía de los liderazgos que representan los factores que convocan al diálogo, sean estos gobiernos u oposición porque, además de representar la defensa de un Derecho de los Pueblos a la Paz, puede responder al examen objetivo de las condiciones políticas, sociales y económicas nacionales e internacionales en las que se generan y desarrolla el conflicto, los medios de ataque, defensa y destrucción que podrían utilizarse, las consecuencias humanas y materiales que pudieran producirse y los efectos que ese conflicto pudiera tener en el proyecto político que se defiende y, en la mayoría de los casos, la responsabilidad histórica que se asume en su decisión.

Los conflictos políticos en general y, la guerra en particular, sea interna o internacional, son conflictos de intereses de trágica frecuencia y permanencia en la historia de la Humanidad y que en este comienzo del siglo XXI, pareciera arreciar su presencia y crueldad, ya no como confrontación holocáustica entre bloques ideológicamente identificados, sino como consecuencia de la crisis sistémica del Capitalismo en su etapa neoliberal y global, que le plantea a las viejas y nuevas potencias del centro capitalista el uso de la guerra como medio de reconquista de minerales, energías y mercados para la recomposición de las fuerzas del Capital y su dominio sobre otras potencias rivales y emergentes que se resisten a soportar la arquitectura hegemonista de los Estados Unidos de América, luego de la disolución de la Unión Soviética, lo que ha provocado no pocos conflicto nacionales internos que afectan regiones y provocan tensiones entre las grandes potencias; amenazando con ello la Paz y la Seguridad Internacionales.

En Venezuela se abrió un conflicto histórico con la victoria electoral del Comandante Chávez el 06 de diciembre de 1.998, porque no solo se produjo la derrota de partidos que durante 50 años dirigieron los órganos del Estado y controlaron los medios de organización y representación de la sociedad sino, que además, y fundamentalmente, fueron desplazadas las clases, grupos sociales y los factores internacionales de Poder que hegemonizaban la vida del país y ponían a los gobiernos y demás órganos del Estado y a la riqueza petrolera, al servicio de sus mezquinos, miserables y coloniales intereses y ello, inevitablemente, produjo una intensificación de la confrontación política y de clases durante estos difíciles 15 años, por el persistente y frustrado intento de las viejas elites y sus socios dominantes del gobierno de los Estados Unidos de derrocar a los gobiernos bolivarianos de Chávez y Maduro.

Resistir las más variadas formas de ataque, desestabilización y confusión políticas, los embates violentos del Capital mundial y sus instrumentos internos, incluyendo la canalla mediática internacional y sus miserables repetidoras locales y regionales, ha supuesto actos de fortaleza política e ideológica y, sobre todo, de comprensión de la coyuntura histórica nacional y su articulación con los procesos políticos, económicos y militares que se han desatado en todo el planeta como consecuencia de la crisis sistémica del Capitalismo y el proceso de agotamiento de la hegemonía unipolar del imperialismo norteamericano, asumiendo una valiente política de Paz que apostaba, con la incomprensión de muchas y muchos, a una solución política negociada de los enfrentamientos, en el marco de un espacio democrático institucional en donde se respeten todas las ideas y se expresen todas las corrientes políticas con toda libertad. Y esa correcta política ha permitido evitar la confrontación armada y la guerra social generalizada en Venezuela y sus efectos expansivos en toda América Latina y el Caribe, lo cual favorecería a las fuerzas más reaccionarias de las burguesías de la región y al imperialismo en su propósito de hacer retroceder los procesos soberanistas y de Justicia Social y reconquistar su menguado “espacio vital”.

En Paz y con Democracia participativa y protagónico, se han mantenido y se mantienen las banderas del proyecto estratégico de la construcción del Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia previsto en la Constitución de 1.999 y la visión del Estado Comunal como el espacio de la larga Transición histórica al Socialismo del siglo XXI y, en el proceso, se sostienen y profundizan las conquistas sociales del pueblo trabajador y demás clases y sectores explotados y oprimidos que hoy, como nunca en la historia del pueblo venezolano, han adquirido una conciencia social y política que le sirve para seguir transitando los caminos de Libertad y Justicia al lado de otros pueblos del planeta Tierra.



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Yoel Pérez Marcano


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