Pildoritas 81 (año VII)

Catolicismo: ¿Perdiendo terreno en la Sociedad Venezolana?

Este titulo pertenece a un trabajo publicado en una conocida página de noticias y su autor con el fin de resolver esa interrogante, comete, y que me disculpe, si por casualidad me lee, el error de acudir a la fuente menos indicada que es nada menos que el Jerarca de la Iglesia Católica, el hoy cardenal Urosa Sabino, quien por sus actuaciones absolutamente sesgadas, sus frecuentes declaraciones incluso irrespetuosas contra el Gobierno legitimo, éste y el anterior, su cuadratura con la derecha, al no condenar la violencia  exacerbada que se  ha vivido y se sigue viviendo en algunos sectores del territorio nacional, al no tener la valentía de condenar el asesinato de personas inocentes, la destrucción de bienes de la nación y no pocos de propiedad privada, el terrible ataque a una institución de gobierno con varias decenas de niños y niñas dentro (Simoncito de La GMVV), su insistencia en tildar de totalitario un gobierno legítimo y cuyas actuaciones como Gerente del Estado han estado en buena medida apegadas a la Constitución y a las Leyes, pero que ha sabido reconocer excesos cuando lo ha habido; una jerarquía eclesiástica que ha desviado su misión evangelizadora para permitir que muchos de sus sacerdotes utilicen el púlpito de sus templos como tribunas políticas, para exacerbar el odio de quienes, por sí, ya están envenenados por los medios y acuden, supuestamente, a buscar paz y lo que encuentran es la última dosis de veneno que termina de convencerlos que están en lo cierto al apoyar acciones vandálicas y a quienes también acuden pero están claros con sus principios y reconocen los logros de la obra de gobierno revolucionario y esas prédicas no le hacen mella en sus convicciones, pero si le impulsan, o a quedarse en una comunicación directa y sincera con Dios, sin unos intermediarios que pisotean los principios evangélicos y contribuyen a sembrar odio en lugar de paz y reconciliación, o a emigrar a otras religiones, con el mismo Dios pero con verdaderos pastores que por lo menos intenten  ser portadores de la palabra de Cristo, sin medias tintas, sin ensaladas doctrinarias en las que a veces la política predomina sobre la palabra de la Eucaristía como máximo exponente del legado de Dios hecho hombre.

Son hipócritas o hasta fariseos como llamó Cristo a muchos que desde el Templo se aprovechaban para materializar sus bastardos intereses, porque mientras despotrican contra un gobierno como el nuestro que intenta, sin descanso, buscar la felicidad  sobre todo de los mas pobres, reciben sin siquiera  agradecer los enormes subsidios que el Ejecutivo les entrega para el sector educativo que gerencian, a pesar de que como en el caso de sus universidades privadas UCAB y UCAT, entre otras, cada vez se incrementa más el costo de la matricula y mensualidades de quienes allí quieren estudiar y encima de ello sus autoridades, en muchos casos, justifican que sus estudiantes vayan a contribuir con la violencia, sin ni siquiera tomarse la molestia de por lo menos intentar deslindarse como instituciones, así sea achacándole la participación a individualidades.

En fin nuestra Jerarquía eclesiástica, ha caído en un estado de radicalización tal, contra el estado de cosas que nos hemos dado la mayoría de los venezolanos, que incluso pasa por alto los llamados a la paz del nuevo Papa Francisco, que viene a sumarse a los del anterior, tan es así que si no fuese por la participación del Nuncio que nada tiene que ver con la Conferencia Episcopal Venezolana, sino que es el Embajador de la Santa Sede, la mesa del Dialogo para la Paz, convocada por el Presidente, estaría sin participación de la Iglesia Católica, algo que contradeciría abiertamente al hecho de que nuestra religión es, según Urosa Sabino el 80 por ciento de la población venezolana y justificaría aun más el éxodo, que pareciera se está dando, de católicos a otras religiones, o simplemente a pasar de practicantes activos a pasivos consecuentes con sus principios, pero sin prestarse o exponerse a aceptar que la palabra de Dios en las llamadas Homilías, se convierta en un discurso más de cualquier político de orilla.

Pensar que el pueblo católico permanezca indiferente ante la actuación de los llamados representantes de Cristo en la Tierra, es no ver más allá de sus narices, y eso es precisamente lo que le sucede a los jerarcas de nuestra Iglesia, con pocas excepciones, pues de otra manera, su actuación estaría calando y a estas alturas, por ejemplo el fenómeno electoral de las elecciones municipales  hubiese sido un plebiscito como lo anunció la derecha y deseó con seguridad la cúpula de lo que ya muchos reconocen como un partido político más a CEV.-

O nuestra jerarquía eclesiástica rectifica, o la interrogante que se hace el autor del trabajo en la página de noticias se convertirá en afirmativa por la fuerza de una conducta inexplicable para la mayoría de los venezolanos.-



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Saúl Molina


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