Los (as) ciudadanos (as) cuando acuden al mercado a proveerse de los bienes de primera necesidad, la primera impresión que se llevan cuando ven los precios altos de los productos es de asombro y luego es natural de irritación, creándose malestar ante la decisión de poder comprar o no, luego se preguntan quién será el culpable de que el precio del bien sea tan elevado, inmediatamente le asalta la idea, el Estado, no porque sea el quien fija los precios, sino porque no ha podido controlar a los empresarios privados de la crisis de precios, responsables de la especulación y la escasez (guerra económica). Cuando hablamos de crisis de precios hablamos de inflación, la elevación del valor de los bienes, del índice inflacionario que afecta el poder de compra, el derecho de adquirir bienes de primera necesidad y en consecuencia el derecho de tranquilidad social y política del país.
En una economía de guerra como la que estamos presenciando, cuando los sujetos económico privados han declarado de manera encubierta la guerra, por el poder político del Estado, por la capacidad de decidir las políticas públicas, por la fijación de precios (flexibilización de precios), la disposición de las divisas al menor costo, (apertura al mercado cambiario), y sobre todo en una economía rentista petrolera donde la empresa privada no es productiva, depende de los petrodólares, no hay posibilidad de establecer “economía de precios”, primero porque niegan la economía de costos y a su vez, la economía monetaria y de precios. No hay una gestión eficiente de las fuerzas productivas, los empresarios privados dependiente de los dólares son testigos de ello.
¿Qué ocurre cuando la empresa privada capitalista no minimiza los costos, compra a precios elevados el dólar y vende a precios elevados el bien en el mercado, sin hacer economía de precios? Se resiente los consumidores, la demanda cae, producto del acaparamiento, (escasez inducida) ¿Debe en todo caso, el Estado otorgar los petrodólares para mejorar la producción y venta en el mercado?. El Sicad y las decisiones en la Conferencias Económica de Paz plantean la provisión de dólares sin embargo de no cooperar con el gobierno, si se les asignara los dólares, porque el valor de los precios no disminuye, aun elevando la productividad del trabajo, de las máquinas y rebajando los costos, más aún la práctica usual es disminuir la cantidad de bienes y su calidad, elevando el precio en desmedro de los consumidores. ¿Qué ocurre?. La empresa privada no renuncia disminuir la tasa elevada de ganancia, esta presa del mercado, cautiva del dólar y sus efectos competitivos.
De ser así; No puede haber equilibrio entre oferentes y demandantes, la tasa de ganancia lo impide, el precio privado deprime los salarios engordando las ganancias, aun accediendo a las divisas, la empresa privada plantearía “flexibilidad de precios”, mejor dicho capacidad para mover los precios libremente según el mercado de competencia monopolista, exigiendo además “apertura al mercado externo” aun a despecho, de la quiebra de pequeños, medianos y grandes empresas venezolanas no competitivas frente a las corporaciones extranjeras. De otro modo, la apertura a las divisas en el mercado mediante subasta pública de miles de millones dólares nunca transformarían el aparato productivo, nunca quebrarían el modelo rentístico de dependencia, y tampoco el circulo vicioso de comprar barato y vender caro, negando con ello la economía de precio, el mejor precio de oferta de acuerdo a la demanda, creando así una crisis de precios en el mercado, irritando de nuevo a todos los usuarios y consumidores.