¿Quién sabe dónde le paran a los precios justos para ir a comprar?

No pongo en duda las buenas intenciones del presidente obrero Nicolás Maduro, para que la población compre a precios justos sin que ello signifique la debacle de los comerciantes, muchísimos de los cuales por cierto, llegaron a vender y venden todavía con incrementos golpistas de más de 1000 %. Toda una guarimba silenciosa al consumidor a fin de patear lo que huela a Chávez, a revolución, a socialismo...

Porque una cosa son las palabras habladas y escritas y otra el alma, el corazón, la sangre y los sentimientos de esos empresarios acostumbrados a invertir un bolívar, y ganarse 1000 sin mucho esfuerzo. Esto es si ese bolívar no se lo ha prestado-regalado el Estado, pues bien sabemos que a esos capitalistas no les gusta invertir con la plata de ellos sino con la de los demás. Si el negocio sale bien, ríen gozosos metiéndose las ganancias en los bolsillos, pero si fracasan el Gobierno tiene que hacerse cargo del muerto. Esa era la experiencia de la IV República.

Preocupa en ese sentido que haya funcionarios gubernamentales actuales ufanándose del diálogo económico, de los tales precios justos y, aquí en Maracaibo, uno se mete a cualquier establecimiento y un kilo de arroz le cuesta 25 bolívares, el de azúcar 30, el paquete de harina precocida 35, y un pote de leche 150. El queso ronda en los 200 y no hablemos de la carne que se convirtió en un artículo de lujo. Tampoco he visto el pollo regulado a 42 bolívares el kilo.

No puedo decir que he revisado en su totalidad la venta de electrodomésticos, pero hace unos días vi comprar en Refrimar, un negocio ubicado en Sierra Maestra, municipio San Francisco, un aire acondicionado de 12 mil BTU Samsung - empresa que firmó con el Gobierno revolucionario los precios justos- en 18 millones y medio de bolívares. Para colmo lo vendieron como si le estuvieran haciendo el favor al cliente.

Y peor ocurre con las importadoras de piezas usadas de automóviles, estas hacen lo que les da la gana. Traen chatarra y la venden como si fueran remplazos de primera. Un motor de carros para reparar alcanza los 37 millones de bolívares sin hidromático en los famosos establecimientos de Los Estanques de Maracaibo y del municipio San Francisco, vía a Perijá. Con hidromático vale 50. Y no mencionemos el caso de las ventas de repuestos nuevos. Estas siguen especulando como si en este país no hubiese Gobierno. Similar situación se observa con los negocios de partes de vehículos pesados. Travenca, ubicada en la Circunvalación Dos, sector El Turf, por ejemplo, es un atraco a mano armada al gandolero.

De modo, que si alguien sabe en qué parte le paran a la Ley de Precios Justos aquí en Maracaibo, ruego por favor, me digan para ir a comprar, porque yo en realidad no encuentro. Se que alimentos baratos venden en Mercal, Pdval y en esas grandes tiendas donde la cola de gente le da dos y tres vueltas a riesgo de que cuando la persona entre al área de venta, ya los bachaqueros se lo han llevado todo para Colombia.

Creo sin temor a equívocos, que la guarimba más efectiva la corona la oposición en el terreno económico, más si el mismo Gobierno se siente complacido en ese diálogo con los capitalistas que piden lo que quieren por esa boquita y, al parecer, se les da, mientras el pueblo los quince y los últimos, queda con los bolsillos volteados con tan solo la mitad de todo lo que necesita comprar para su alimentación básica.



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Alberto Morán


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