A Jaime Lusinchi no se le puede dejar de recordar como un personaje
bonachón con ojos resguardados por lentes y, carita de yo no fui que,
entre juerga y juerga gobernó el país desde Miraflores, con un
conjunto de individuos -unos y otros no- del partido AD jalando hasta
más no poder que más de uno salió rico por decir lo menos y, aunque
otros piensen lo contrario que fue su secretaria privada Blanca Ibáñez
y, posterior esposa quien guió el timón de la nave entre sacudidas de
olas politizadas mientras, su amante le daba paso a unos buenos tragos
de scotch que ensalmara el bienestar de ambos de a poquito.
Si fue o no un desastre la administración de su gobierno: eso lo
explicaría con lujo de detalles Ramos Allup, bien dado a esas
banalidades de los que fueron sus compañeros de partidos que no
aguantan un empujoncito de rectitud moral que los haga o, les dé un
deje de duda en su bajo perfil en que se mantuvieron por años, pero
sin profundizar situaciones que por ahora no vienen al caso y,
seguimos adelante sin meternos en camisa de adecos gobierneros que
todavía gozan de buena salud y, no dejan de cantar el himno del
partido antes de acostarse como un buen placebo tranquilizante que les
espante los malos sueños de otrora.
El Lusinchi que recordamos nos invadía y, nos distraía cuando lo
veíamos por tv con esa sonrisa ensartada de buen humor que pendía de
una pícara mirada que lo desnudaba de mandatario adeco proyanqui,
venido del Oriente del país que se llevó en los cachos frontales a más
de un compañero del CEN de AD y, que años después, Piñerúa Ordaz (el
hombre que hablaba claro), amenazó con sacar una lista con todos lo
corruptos del país, incluyendo algunos de sus compañeros, la que
posiblemente se le extravió o se la tragó el tiempo así como Ramos
Allup nos dejó esperando por las pruebas del fraude electoral que
entregaría y se olvidó de ello como un feliz mentiroso que sabe mucho
de espoletas de granadas.
Jaime Lusinchi, entró de lleno en la Historia Patria con dos buenas
acciones que le dieron la vuelta al mundo en aquellos tiempo de la
IV-R en que se involucró como buen venezolano defensor de su soberanía
cuando le echó un parado de salir de aguas territoriales a la corbeta
colombiana Caldas cuando en nuestras aguas se hallaba y él sopló con
fuerza la orden de su alejamiento y lo logró y, lo otro cuando le
mandó a decir públicamente a Marcel Granier que era un cobarde por
atacarlo en su pasquín y en RCTV como ladrón y asesino porque él no le
reconoció deudas sobre películas que no tenían manifiesto aduanero y
el tracalero de Marcel acostumbrado a esos métodos chantajistas fue
apabullado por el entonces humilde Lusinchi con una sonrisa de placer
nada adanuera, pero sí realista cuando después le dijo, a mí no me
jodes tu Marcel y años más tarde Chávez lo reventó por tener un canal
golpista.
Jaime Lusinchi, muere en Caracas al lado de su familia y recogido por
su ex esposa quien sin afrenta ninguna lo soportó hasta sus últimos
días deslastrándose de Blanca Ibáñez que tanto daño le hizo a él y al
país con su mala influencia que ejerció en favor y en contra de otros
cuando nombraba y destituía funcionarios públicos además, de
condicionamiento financiero y social a los contratos del Estado y, en
su influencia en la selección de los ascensos a generales de la Fuerza
Armada y, regó de masacres a Yumare y El Amparo.
Jaime Lusinchi, quien en vida fue un médico pediatra prestado a la
política que deja esta vida como ex presidente y ex senador de la
República que será recordado hasta que exista un adeco que mejor
ofrenda a su vida pública lo amparará y, que él pudiera ser el último
de todos los ex presidentes, pero si a ver vamos todavía, nos queda
uno, lleno de vida, aunque flaco sin mandar desde Miraflores que
“ganó” y, no cobró y sigue en espera arrechamente tras del poder y,
ahora es gobernador y le dicen el caprichoso