La batalla de las ideas en el seno de la izquierda venezolana no es diferente a la de cualquier parte del mundo en cualquier época histórica, cada una con sus particularidades. Siempre habrán los inconformes y los conformistas llámense como se llamen, unos u otros.
La acepciónque les parezca mejor sirve para diferenciar las alas de izquierda o derecha en el proceso revolucionario. A mi juicio los verdaderamente revolucionarios son los inconformes pues ésta es una condición propia de la rebeldía y de la insubordinación; de la insurgencia y de la emancipación; de la lucha de clases y de la revolución.
Con el fundamento de la revolución intermedia el gobierno y el PSUV pactan con el capitalismo y el imperialismo creyendo que se fortalecen cuando en realidad están cavando su propia sepultura. No otra cosa está haciendo la derecha del chavismo cuando Nicolás Maduro se entrega en brazos de la burguesía importadora buscando acabar con la guerra capitalista que lo acogota, mientras Rafael Ramírez hace lo propiocon la Halliburton y otras petroleras imperialistas.
La revolución intermedia es una posición ideológica que se va apoderando de todos los ámbitos del proceso hasta hacer pedazos la moral de los revolucionarios con la adopción de una ética socialista intermedia que sirve de patente de corso para la corrupción y la corrosión de los principios.
Soy refractario a los rumores nacidos en los laboratorios de guerra sucia que atribuyen toda clase de negocios turbios al gobierno y a sus personeros en la danza astronómica de las divisas y las comisiones. Me limito a lo que he podido constatar en las fuentes del propio gobierno cuando lo veo llenándole los bolsillos de dólares a la oligarquía importadora y cuando se compromete con socios petroleros de la peor calaña transnacional. Ese proceder del gobierno, llamado revolucionario, es la señal más lamentable de un proceso que éticamente se está cayendo a pedazos.
Un socialismo intermedio con una ética intermedia es permeable a cualquier patraña indigna del pensamiento bolivariano como la consumada por Halliburton Ramírez quien a la cabeza de nuestra magna industria selló la inmoralidad del sistema.