Hasta que me muera o hasta que me maten

Esta es parte de mi historia de amor con Venezuela.

Conocí a Venezuela por primera vez cuando era adolescente. Crecí una parte de mi vida en Canadá, y allí me había ido de la casa varias veces entre las edades de 11 y 16 años de edad, y a los 13 años de edad, con un hermano menor y el permiso de mis padres, cruzamos el país en tren y autobús durante alrededor de 2 meses, desde Montreal hasta Victoria y devuelta, quedándonos en camino con familiares o durmiendo en los buses y trenes.

Pero lo que más me gustaba era montar los trenes de carga y pasar el tiempo en las calles de Montreal y la ciudad de Quebec, y a veces Kingston, Ontario, y andar con las personas que vivían en la calle, donde aprendí muchísimo sobre la vida. También me gustaba mucho pasar días con los Indígenas en sus tierras, principalmente en Kahnawake, territorio Mohawk, cerca de Montreal, donde pescaba para comer y dormía bajo los árboles al lado del gran rio St-Laurent.

También tuve una novia Mohawk.

A las dos semanas de haber terminado el liceo, a los 17 años de edad, y sin esperar las notas finales, me fui de Canadá, y aterricé en Venezuela, donde trabajé durante casi dos años como misionero en los barrios de Caracas y Barlovento. Es cuando me enamore de Venezuela y de mi esposa.

Pero algo muy particular ocurrió en ese primer viaje a Venezuela.

Así como me había enamorado de la gente de las calles de Montreal y Quebec, y de los Mohawk - es decir, de la gente humilde y profundamente verdadera – en Venezuela también me enamoré de la gente humilde, de los Pobres como yo, de la gente sinceramente verdadera. Pero, así como en Canadá, cuando conocí a la gente de la clase media, media alta, y alta en Prados del Este, esa gente me cayeron muy mal, me dieron, sin excepción, un tremendo asco, y hasta hoy en día, me dan asco, principalmente a raíz de su comportamiento de prepotencia y su tradicional maltrato de los Pobres y Desposeídos --- como si ellos los ricachones fueran “gente” y los Pobres Negros del barrio fueran animales.

Lo que más me dio asco es como trataban a sus “cachifas.”

De todas maneras, enseguida hice mi vida dentro de las entrañas de capitalismo, a nivel internacional, trabajando en muchos países hasta el año 2001. Es entonces que cambié todo para regresar a la vida que más me gusta, la vida del Ser Libre de los ganchos del materialismo y del consumismo, y libre de las cadenas psicológicas del valor o desprecio que el capitalismo, la religión, y el colonialismo le dan al ser humano y al resto de los Seres de este mundo mágico natural.

El año 2001 coincidió con mi interés en regresar a Venezuela, y es cuando empecé a estudiar toda la información que salía desde Venezuela hacia el exterior (estaba viviendo en Canadá en aquel tiempo), y me di cuenta que lo que decían sobre Hugo Chávez y Venezuela en los medios de comunicación internacional no correspondían en casi nada con la información que recibía de amigos y familiares en Venezuela casi a diario.

Algo olía muy mal.

Decidí investigar el asunto, y después de más de 8 meses de estudio a tiempo completo, en el 2002 decidí volver a Venezuela para seguir mi investigación en carne propia, y viajar el país, viendo, estudiando, y entrevistando a la gente. Ese mismo año empecé a escribir artículos, pero en inglés, para Vheadline.com, sobre Venezuela.

En aquel tiempo yo no era ni chavista ni opositor, la política nunca me había interesado, pero al final del 2002, la política me empezó a interesar cuando un grupo de alrededor de 150 sifrinos de Santa Inés (sector de clase media alta en Caracas), todos de piel “blanca,” quisieron matarme porque les dije que no me interesaba la política, y entonces me acusaron de ser un chavista, y me atacaron. No me pasó nada porque me fui corriendo, pero esos salvajes estaban totalmente dispuestos a matarme a palos y con tubos de plomería.

Nunca me olvidaré. Nunca. Nunca.

Es a partir de ese incidente que empecé a participar en todas las marchas opositoras y chavistas que podía para entrevistar a la gente y observar su comportamiento, y es a raíz de esta investigación, que duró casi un año, que me convertí en chavista a 100%.

OPOSITORES

En absolutamente cada marcha o demostración de la oposición venezolana, lo que resaltaba era: 1) por lo menos el 90% de la gente era de piel “blanca,” 2) un alto porcentaje de la gente estaba borracha tomando whisky, 3) casi no habían ancianos o niños, y 4) eran muy violentos, destrozaban propiedad privada y del gobierno, se comportaban como animales.

Es más, cada vez que entrevistaba a algún opositor, nunca me podían proveer información para confirmar las denuncias que hacían en contra de Chávez, del gobierno, o de los chavistas (por ejemplo, en contra de los Círculos Bolivarianos). Nunca, nada. Eso también me dio un tremendo asco. Hablapajas y mentirosos.

CHAVISTAS

En todas las marchas chavistas: 1) la gran mayoría de la gente era de piel no “blanca,” 2) muy poca gente estaba tomada o tomando alcohol, 3) habían muchos niños y ancianos, y 4) había mucha música, la gente bailando, y celebrando con felicidad.

Cada vez que les preguntaba a los chavistas de proveerme información para confirmar lo que me decían, siempre, y sin ninguna excepción, me daban información, con fechas, nombres, lugares, y números de teléfonos, o me mostraban personalmente de que estaban hablando. Eso me hizo muy feliz, de poder hablar con gente honesta y sincera.

CONCLUSION

Durante los muchos meses de esta primera investigación en carne propia, pude constatar que en general, y casi sin excepción, la gran mayoría de los opositores eran:

1) violentos
2) mentirosos
3) ignorantes
4) racistas, y
5) de las clases media y media alta

--- mientras que también pude constatar que la gran mayoría de los chavistas eran:

1) pacíficos
2) sinceros
3) conocían bastante bien los proyectos del gobierno
4) incluyentes, y
5) de las clases Pobres.

Naturalmente, mi preferencia era el chavismo, y en el 2004, después del referéndum contra Chávez, me declaré abiertamente chavista, y eso no lo tomé ligeramente, porque para mí --- siendo por naturaleza un cínico y apolítico --- significaba un compromiso por vida, una misión en la cual participaría hasta la muerte, y también significaba mudarme de manera permanente a Venezuela, lo que hice en el 2010.

Por eso, a raíz de mi compromiso, es muy rara la vez que escribo para criticar al gobierno Bolivariano o al ejecutivo, y cuando lo hago, siempre lo hago compartiendo sugerencias para ayudar a resolver.

Y es por eso que casi siempre escribo en CONTRA de la podrida y desgraciada oposición (antichavista) venezolana, y seguiré escribiendo en CONTRA de ellos hasta que me muera, o hasta que me maten.



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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