Decía el presidente Maduro, cuando canciller por allá en el 2009 y como respuesta a ciertas críticas constructivas de un grupo de intelectuales de izquierda a todas luces comprometidos con el proceso (ej., Díaz Rangel, Britto García, Monedero):
“Hay suficientes temas para dedicarse a trabajar y no a hablar paja, porque hay quienes prefieren ponerse a elucubrar mientras otros nos dedicamos a construir.” (http://www.laclase.info/arte-
Establezcamos de inmediato que mi intención no es ni será defender a Giordani. No. Mi intención, en cambio, es discutir el rol del intelectual de izquierda según la visión de la dirigencia del partido. Dados los momentos cruciales que vive el proceso revolucionario bolivariano y socialista; dado el III congreso del partido que para muchos fuera una promesa de democracia horizontal, participativa y protagónica; dado que el camarada Diosdado Cabello ha invitado ya a quienes difieren en su juicio con respecto a la conformación del congreso y al proceso de selección de los participantes a dejar el partido; es imperativo que se discuta el dañino mito del intelectual azafata así como la peligrosa denigración de la labor intelectual por parte de la dirigencia de la revolución.
Propongo como ejemplo un intelectual azafata confeso, léase el personaje público que diera nombre a esta noción de pensador militante: el periodista Alberto Aranguibel. En su programa “Sin Tapujos” del lunes 16 de diciembre de 2013, Aranguibel atacó a aquellos autocríticos del proceso que criticaron la falta de autocrítica constructiva luego de la victoria de las elecciones regionales. Aranguibel fustigó a estos militantes bajo la premisa de la defensa del mensaje de unidad revolucionaria. Es a este punto que Aranguibel nos presenta el intelectual azafata: así como la función de las azafatas es calmar a los pasajeros, la razón de ser del intelectual y personaje público es calmar al pueblo; así como la azafata tiene que sonreír en calma silenciosa aunque el avión se está cayendo, es función del intelectual sonreír aunque la revolución sea carcomida por la ineficiencia contra la que luchase el Comandante, por la corrupción contra la que desease luchar el pueblo y por el nepotismo contra el que unos pocos no desean que luche nadie (estos últimos puntos, como buen intelectual azafata, no los dice Aranguibel. Para todo lo demás ver http://www.youtube.com/watch?
El intelectual azafata, al contrario del intelectual orgánico (noción Gramsciana basada en un análisis complejo de la lucha de clases que departe precisamente del rol que cada individuo juega como partícipe en la construcción de su propia cultura y superestructura, rol que lo determina como intelectual por consecuencia) sirve para mantener liderazgos verticales. No es en vano que a Aranguibel se le pidiera una reconsideración de su renuncia, ni es por nada que el mismo reconsiderarse apresuradamente. Cuando, en el 2009, se le invitaba al Comandante a utilizar su hiperliderazgo para desarrollar un liderazgo colectivo, participativo y representativo que pudiese sostenerse en caso de la ausencia el eje central en el liderazgo del movimiento (léase el Comandante Chávez), este respondió sin tapujos que
“Yo creo que yo estoy haciendo el papel que me corresponde, y más bien creo que en algunos temas yo debería meterme más... Yo creo que en algunos temas mi liderazgo está por debajo de donde debería estar, eso sí lo creo. Son temas para el debate y la crítica.” (http://www.laclase.info/arte-
Curioso notar que lo que Giordani critica al denunciar la ausencia de un liderazgo colectivo que tomase las riendas ante la tragedia inigualable de la siembra de nuestro Comandante es, lamentablemente, una consecuencia directa de la política verticalista de liderazgo que ha caracterizado, casi de forma natural y aclaratoria, a nuestra querida Revolución Bolivariana.
Ya una vez, cuando el presidente Maduro llamo a reconformar el MBR-200 (http://www.aporrea.org/
“No hay nada menos chavista que aquello del liderazgo colectivo. Uno de los legados incontestables que nos dejó el Comandante Hugo Chávez en cuanto al ejercicio de la política, es que el liderazgo personal en las complejas circunstancias de nuestra Revolución es necesario, debe ejercerse y debe ser reconocido.” (http://temirporras.blogspot.
Y así como Aranguibel, en menos de un día y cual buen intelectual azafata, canta y recanta su renuncia con una sonrisa en el rostro, muchos más seguirán no rodilla en tierra sino nalgas en un asiento en posición vertical con su cinturón de seguridad puesto mientras pasamos temporalmente por un poco de turbulencia. Lamentablemente, esto es parte del mensaje que el presidente Maduro comunica cuando, criticando a Giordani, proclama que:
“En Venezuela el pueblo ha sido la vanguardia revolucionaria. Que no ha sido entendido por algunos escribidores y grandes pensadores; no lo han entendido. Han estado entre el pueblo algunos de ellos, y no lo han entendido.” (http://aporrea.org/
Algunos que queremos ser revolucionarios y que estamos en el pueblo seguimos sin entenderlo, quizá no sean solo los grandes pensadores. O quizá en una estructura vertical solo aquellos en las alturas entienden el po rqué es necesario promover y reforzar liderazgos caducos dentro del partido. En efecto, quizá solo las azafatas saben seguir las órdenes del piloto —pero esto no quiere decir que dejen de ser azafatas.
¡Hasta la Victoria Siempre! ¡Patria Socialista, Viviremos y Venceremos!