Aclaro, en primer lugar, que el exministro Jorge Giordani tiene derecho a escribir cuanto testimonio ante la historia o ante quien sea- se le antoje. El mismo derecho lo tenemos todas y todas.
También tiene derecho, como todas y todos, a disentir o a estar inconforme de lo que sea. Tiene derecho, incluso, a botar tierrita y no juego más perono tiene derecho a todo más una.
No tiene derecho, por ejemplo, a maltratar a quienes fueron sus compañeras y compañeros de gestión y tampoco a sembrar angustias colectivas entre quienes -como simples soldados- lo aplaudimos el 13 de abril de 2002 cuando estuvo entre quienes retomaron Miraflores ese día luego del golpe de Estado contra el Comandante (también lo fue de Giordani) Hugo Chávez.
No tiene derecho a propiciar dudas entre quienes con lealtad absoluta y confianza extrema decidieron abrazar al socialismo venezolano que, en medio de errores y aciertos, ha transformado indiscutiblemente la calidad de vida de millones y millones de personas que como él sabe, fueron víctimas en el pasado de todo tipo de injusticia.
Nada, dentro de la lógica, lo faculta a alimentar la saña de la oposición irresponsable que siempre hambrienta de los atajos tendrá en él quiera o no- a un inesperado aliado.
Imaginamos que cuando pudo hacerlo no practicó ningún deporte y que sus roces con las disciplinas de juego colectivo fueron limitados. Lo intuimos porque, de haber sido así, estaría consciente de que cuando un equipo alcanza el triunfo la celebración arropa a todos, incluyendo a quienes menos aportaron, y que cuando el conjunto fracasa hasta el más destacado asume el traspiés. Pues, él no tiene derecho a hacerle pensar alguien cambiar que pueda ser modificada esa lógica tan sana.
Finalmente, menos derecho tiene a hacer creer que en la presidencia de Nicolás Maduro exista falta de liderazgo y vacío de poder. El pueblo, máxima voz de este concierto, derrotando el plan montado con las guarimbas acaba de demostrar que no es así.
¡Chávez vivela lucha sigue!
