Difícilmente la humanidad ha presenciado tanta crueldad como en los enfrentamientos intercapitalistas. La bomba atómica, hitler, invasiones, genocidios, magnicidios, todos se originan en las pugnas entre imperios capitalistas. El capitalismo, dicen los clásicos, se instala en el mundo “chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies”. Esa es siempre su condición, explota al hombre y a la naturaleza despiadadamente, por el lucro es capaz de cualquier atrocidad, vive en los tremedales de la historia.
Lo anterior viene a cuento porque aquí, dentro de la Revolución Chavista, se da una batalla entre dos corrientes capitalistas, y de entenderla dependerá el futuro de esta sociedad, del continente. Es así, estamos frente a una batalla intraburguesa. Veamos.
Después del asesinato de Chávez, el Socialismo fue engavetado y el proceso emprendió rumbo al capitalismo. Las excusas fueron variadas, no vienen al caso en este artículo, lo cierto es que las discrepancias de hoy son en la velocidad de la restauración, en la forma, porque en el fondo hay acuerdo entre las corrientes: son capitalistas.
Recientemente, la batalla entre las fracciones capitalistas recrudeció. Giordani lanza una carta que levantó el telón, la escena se abrió, quedaron expuestas las contradicciones en la dirección de la Revolución. Después aparece Navarro con una carta de apoyo a Giordani, le sigue Ana Elisa Osorio. Ahora las contradicciones son inocultables.
La dirección de la Revolución apela a métodos propios de las mafias sindicales: palo, cabilla a la disidencia. Es verdad, por ahora son sólo verbales. Califican de traidor a Giordani y toman represalias contra Navarro. Sin mediar consideración, sin llamarlo a la dirección para oírlo, lo marginan, lo pasan al tribunal disciplinario. Esto es una escalada en el nefasto método de callar las discrepancias a mandarriazos, antes habían cerrado programas, descalificados irresponsablemente a muchos discrepantes, críticos, alertadores.
Son señales de los días que vendrán. No es posible pasar del Rumbo al Socialismo a instaurar un capitalismo franco sin que éste llegue chorreando sangre y lodo por todos los poros, sin reprimir a dirigentes y a la masa, no es posible capitalismo sin represión a los obreros, sin perseguir a los que protesten y a los que dirijan esas protestas. De otra manera el capitalismo no sería rentable, ese capitalismo sólo cabe en la mente de los pequeñoburgueses bien intencionados.
Si a eso sumamos la necesidad del capitalismo de enterrar en el olvido al
chavismo auténtico, de transformarlo en un sarcasmo de sí mismo, comprenderemos que los días que vienen tienen alta probabilidad de ser días represivos.
Está por verse quién reprimirá, puede ser el mismo gobierno desdibujado, devenido ya definitivamente en guardián del capitalismo, o puede ser un gobierno francamente fascista, todo dependerá de qué le convenga más al capital nacional e internacional, ya la banca imperial nos aplaude, raro mérito.
La tarea de los Revolucionarios, de los chavistas, es impedir que el anterior cuadro se materialice. Nosotros hemos alertado, advertido, pujado por que el Socialismo entre en combate, y debemos confesarlo, con mucho dolor, hasta ahora hemos fracasado, el capitalismo sigue ganando la batalla. Seguiremos, siempre, luchando por el Socialismo, que es un modo de vida, no es una opción de ocasión que se puede desechar por una crisis o una dificultad.
¡Ser Chavista es hacer la Revolución! ¡Viva Chávez!