Por qué el 11A fue un Golpe y el 4F una Rebelión

No toda acción de fuerza para la toma del poder al margen de la legalidad es un Golpe de Estado, pues este término tiene una significación específica. No se dice, por ejemplo, que un movimiento guerrillero sea "golpista", o que lo sea un levantamiento popular, aún cuando intenten la toma de la dirección Estado. Un Golpe de Estado es una acción ejercida desde la clase política, quien alude a la razón de estado para desde un poder fáctico tomar el poder formal. Como la fuerza de hecho determinante es la de las armas, todo Golpe de Estado necesariamente implica a la alta jerarquía militar, cuyo poder real se basa el sentido de la debida obediencia del cuerpo militar. El Golpe de Estado se da desde arriba, no desde abajo. Cuando la acción nace de abajo se le llama adecuadamente "insurgencia", pues esta palabra describe precisamente ese movimiento ascendente hacia la toma del poder. La desobediencia y la rebelión ante la autoridad y la jerarquía cuando ésta se aparta de sus deberes es
un derecho reconocido universalmente, pero no existe tal cosa como un "derecho al golpismo". Quien da un Golpe de Estado se vale precisamente de la autoridad y de la obediencia, ejerciendo el poder implícito en ellas.
Más allá del signo político de los intentos de toma del poder del 11 de Abril de 2002, de un éxito efímero, y el del 4 de Febrero de 2002, ellos son diferentes en su naturaleza, en sus medios y modos.

El Golpe de Estado del 11 de Abril de 2002 fue una acción en la que se comprometió un grueso sector del generalato, y se ejecutó luego de que los medios de comunicación privados crearan ciertas condiciones subjetivas necesarias. Fue una acción emprendida por la clase política tradicional, quien desde sus espacios de poder real tomó por asalto el gobierno. En el caso del 11 de Abril no hubo una renuncia del Presidente Chávez, pero vale aclarar que los Golpes de Estado suelen producir renuncias en los presidentes depuestos, sin que eso cambie en nada sustancial los hechos de poder que resultan en la toma del control del Estado.

Quienes acompañaron al entonces Teniente Coronel Hugo Chávez el 4 de Febrero de 1992 eran sobre todo militares de rangos medios y bajos, quienes junto con algunos civiles conspiraban contra la jerarquía y la autoridad establecidas, que era en realidad lo único que sustentaba al gobierno represivo e impopular de Carlos Andrés Pérez. No era un ajedrez de las jerarquías militares el que definiría el éxito del la acción, en la que no hábía participación de la alta jerarquía militar. Era en sí misma un ejercicio de desobediencia hacia la jerarquía militar establecida, y no era un movimiento que naciera de la clase política. Por esto no cabe hablar de una intentona golpista para referirnos al 4 de Febrero, sino de una rebelión militar.

Como la gran mayoría de las rebeliones militares, la liderizada por Chávez fracasó. Sin embargo su éxito no estuvo en el orden militar sino en el moral, al sentar un precedente de desobediencia que a la larga marcaría, junto con la revuelta popular del 27 de Febrero de 1989, la decadencia del sistema político tradicional venezolano. Y es en la dimensión moral de los liderazgos del 4 de Febrero y del 11 de Abril donde se hace patente el mayor abismo: mientras que Chávez asumió públicamente su responsabilidad a las pocas horas del fracaso de la rebelión, los cobardes golpistas de abril metieron la cabeza bajo las faldas de un constructo teórico como el del "vacío de poder" para evadir su responsabilidad.

La historia se ha encargado de reservar a cada uno el lugar que merece.


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Simón Rodríguez Porras

Músico y militante del Partido Socialismo y Libertad.

 @guitarraylapiz

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