¿Es el Socialismo aún posible? ¿Tiene futuro la vida?

Si revisamos el mapa mundial encontraremos la causa para el desánimo de pusilánimes, pragmáticos y oportunistas: ¡todo el planeta!, con algunas excepciones, está teñido de capitalismo. En estas condiciones, con el viento en contra, a estos no les gusta navegar, lo de ellos es mar calmo, viento en popa.

Sabemos que con la unanimidad del capitalismo la vida está destinada a extinguirse en el tremedal del sistema de odio y de egoísmo. En contraste, esa misma causa de desánimo lo es de reto, de estímulo, de cumplimiento del deber para los humanistas, para los revolucionarios.

La Venezuela de Chávez es -debe ser- el epicentro de, quizá, la última oportunidad para la especie. Como en 1810, de aquí debe partir la llamarada que ilumine una nueva era para la humanidad, ese es el mandato que nos dejó el Comandante: fundar el Socialismo. Es así, no podemos conformarnos con otra cosa, la meta nuestra debe ser el Socialismo de la única manera que eso es posible, con una Revolución, obstinados, obsesivos, con coraje para "cambiar todo lo que debe ser cambiado", equivocarnos intentándolo, desechando los mareos del poco a poco, del postergar infinito, del reformismo socialdemócrata.

Este reto no se puede cumplir sin sembrar en el corazón de las masas la necesidad del Socialismo y la grandeza de su causa; sin derrotar en el alma popular lo que el Comandante llamó la "lógica capitalista", generadora de la ética del egoísmo, del odio, y sin apelar a lo mejor del espíritu del pueblo humilde, al ímpetu y el sacrificio de las masas que acompañaron a Bolívar y a Chávez; y sin proponerles las mismas razones sagradas: "con todos y por el bien de todos", "amaos los unos a los otros", fundar el Reino de Cristo en el nuevo mundo.

Esta Revolución que nos dejó Chávez debe lanzarse con fe en la concreción de su sueño, de la causa por la que dio su vida. Es evidente que tenemos dificultades, la principal de ellas es el extravío ideológico: haber resucitado la solución socialdemócrata a los problemas del Socialismo, pensar que la compensación material produciría lealtades, la candidez de llamar a la burguesía para que sea su propio verdugo, creer en un capitalismo con rostro humano, en una tercera vía. En definitiva, y en palabras del Che, pretender usar las armas melladas del capitalismo para construir socialismo.

Este extravío ideológico produjo un debilitamiento del liderazgo que sin el vigor de una ideología revolucionaria se diluye y se consume en un dar vueltas en el mismo sitio. Sin recomponer la ideología no habrá solución posible, todo saldrá torcido. Esa era -debía ser- la principal tarea del Congreso del PSUV, no fue así

No es momento para un análisis del congreso, lo haremos en otra oportunidad. Adelantemos que es necesaria una conferencia, una reunión más pequeña (y no un evento electoral publicitario) en la que se discuta a fondo la ideología que nos guía, desde lo económico hasta la ética que de ella se desprende; un reencuentro con la ideología revolucionaria, con el pensamiento de Chávez. Correr el hermoso riesgo de hacer la Revolución y dejar la placidez narcotizante del puerto socialdemócrata. Sería la única manera de blindar a la Revolución, a la presidencia de Maduro. Discrepamos del postulado que el problema principal de la Revolución es lo económico; no es así, el problema principal, fundamental de la Revolución, es lo ideológico.

Hoy se da por sentada una serie de conceptos que llevan a la Revolución al campo de la socialdemocracia, es decir, a su patíbulo. Por ejemplo, se dice que hay que elevar las fuerzas productivas y eso justifica la alianza con la burguesía. Se dice sin mayores explicaciones que los capitalistas son necesarios por un largo periodo. Se  sentencia que todo lo hecho en economía está bien, que no hay arrepentimiento, no hay espíritu autocrítico. Se dice que la alianza con el capitalismo chino nos ayudará a avanzar al Socialismo.

Se abandona la creación y la elevación de la conciencia del deber social, se descuida la formación revolucionaria de la masa, se sacrifica la ética revolucionaria en el altar del capitalismo, se desprecia la teoría, el papel de la dirección no está claro.

Nosotros creemos que el Socialismo aún es posible, no sólo es posible, es imprescindible para la existencia humana. Pero hay que desearlo, parirlo, creerlo, tenerle fe, imbuirse en el espíritu Martiano: "hacer posible lo imposible".

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Toby Valderrama


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