No entiendo a los lectores de Aporrea y, más a los que se esmeran en leer los artículos vacíos de contenido que deje algo después de su lectura. Son cosas patéticas nada poéticas que llaman la atención que alguien escriba y eso es casi permanente, algo así, que yo dije que fulano estaba enfermo con diarrea, por lo que su programa por tal canal no salió al aire, pero parece ser que, por información de otro fulano más preocupado que yo -dirá el que escribe- que no es así, sino que lo volaron del canal y eso si es verdad me va arrechar y, me pondré furioso, porque huele a cosa hedionda y, puede pasmar la revolución, porque eso no puede ser -no.
Otro escribirá, ahora la vida es mejor con esta revolución que deja beneficios por demás y si usted, no lo quiere creer amigo lector, váyase para la oposición que allá es peor, porque fíjese usted que acá se roba, pero allá más, entonces, ve la diferencia no espere que se lo cuenten que usted tiene ojos para ver y oídos para oír y boca para
comentar, pero por favor no pase la página ni la raya amarilla que lo que viene es mejor -le dirán.
Y, habrá otro escribidor más inteligente más ponderado y recatado que le impondrá, fíjese muy bien lo que va a opinar que, puede acabar con el socialismo que está en su apogeo y el que no lo conciba así es por qué posiblemente es un traidor y está ciego de bolas y, a lo mejor es un desmemoriado sin remedio de esos que todo lo echan a perder y se los digo yo -dirá- el afamado comentador, que ahora se consigue en el país de todo, se produce más y sin mucho esfuerzo cruza la frontera a los ojos de quién, vaya usted a saber, le referirá con la frontera tomada, pero aún así la vida es más sabrosa y hay que vivirla con paciencia, aunque, Vanessa Davies no se fue, la pusieron en su lugar por lengua larga y, aunque molesta hay que aceptarlo como otro cantar de seriedad.
Y sin mucho tapujos otros son sobrios de título con una sola palabra que demuestra su intrepidez y solidez de escritor bien plantado con algo así como he leído: Pichirre, Encerrado, Golazo, Vampiro, Traidor, Tracalero y pare usted de contar y el artículo abre en Aporrea y a los cinco minutos tiene miles de lectores le caen como mosca en fiesta de zamuros y, usted le da vuelta a la página y la lee y la relee y allí no hay tela que cortar, pero se vende y así es la vida en Aporrea más amena y, lector dirá con cara risueña me he tragado el mejor artículo de ese fulano y otros, le pasarán correos quejándose que no le entendieron por lo filosófico, de su contenido qué no sabe qué quiso decir cuando dijo que Ramos Allup era cojo que él lo ve igualito.
Pero lo más espeluznante es que hay unos que escriben todos los días, es decir, los artículos llegan a Aporrea uno tras uno en serie a cualquier hora y, ese dirá, es que mis artículos son de primera plana que hasta los chinos últimamente me están leyendo y cumpliendo al pie del cañón con mis ideas vergatarias como vegetarianas también, ya que ellos no son revolucionarios, ya que los chinos son los grandes capitalistas del mundo, pero, chino es chino donde se pare y él tiene razón en querer escribir todos los días si sus lectores se matan por
leerlo y, hasta se dan golpes de pecho por tener ese placer de hacerle la vida más amena.
No así otro que manda un buen artículo y los lectores ni para ya veo y, para qué para embrutecerme si los demás me destapan los sentidos y cada día me hago más critico y más revolucionario y le va bien y, sí el susodicho responsable ataca a alguien en particular ay, mi madre, éste cómo que brincó la talanquera y le llegará un correo bien especificado y, le dirá, y usted por qué escribe en Aporrea, no se merece ese privilegio si aporrea es de los nuestros y usted no, así que busque su charco cuacua.
Hay quienes se molestan y se ponen fúricos de rabia, porque son incomprensibles, para los lectores de Aporrea que son únicos, cultos, mediáticos, éticos por demás, educados con sus cinco sentidos bien puestos de talante no reacio y, lo mejor de todo que están al día con ese lenguaje exquisito, no parturiento que no necesita de cultores ni de estéticos y, así quién no.
Así que en Aporrea la vida transcurre en un ir y venir de mucha inteligencia y parsimonia sin igual, donde se desenredan entuertos y, se trama voluntades in situ con tantos artículos excepcionales que por allí pasan, aunque después se quedan bien resguardados como debe ser.