Señor José del Cármen Pérez,
Respetado ciudadano:
En estas breves palabras quisiera reconocer su interés y sensibilidad para con William Torcátiz, compatriota, intelectual, poeta, luchador social, como bien usted le ha calificado, sin llegar a opinar sobre su salida de PDVSA, pues no puedo hacer juicio ante la ausencia de información. Sin embargo, me atrevo a solidarizarme con él y su familia.
El motivo de mi carta a usted, tiene que ver con mi preocupación personal y militante por las expresiones racistas que tienen lugar en su reciente artículo publicado en Aporrea el pasado 10 de septiembre y titulado: ¿Por qué despiden de PDVSA al poeta William Torcátiz?, donde hace referencia al despido de William Torcátiz.
En ese escrito usted afirma en un párrafo: "El "mono" Aristóbulo Istúriz —un verdadero chimpancé dentro del PSUV—¨, por cierto sin llegar a entender qué tiene que ver el compatriota gobernador de Anzoátegui con la salida de Torcatiz de PDVSA.
Le aclaro que el gobernador del estado Anzoátegui, elegido por la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de esa región, seguramente ni le interesa y mucho menos me ha pedido que salga en su defensa, de hecho, no es en su defensa que le escribo, sino en la defensa de todos los ciudadanos de este país, incluyéndome; en la defensa de un derecho que se consagra en nuestra Constitución, que entiendo es clamor de todos, incluso de usted, que sea respetada.
En el Preámbulo nuestra madre Ley reza "…con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural…que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia…sin discriminación ni subordinación alguna…"
Nuestra Constitución dedica 13 artículos, desde el 19 hasta el 31 para proteger los derechos de todos sin discriminación, que resulta un delito -tanto en la acción como en la expresión- en nuestra actual sociedad. Por lo tanto, creo que cualquier denuncia que se haga sobre lo que pensamos y consideramos una violación a un derecho, pierde fuerza, y dignidad quien la ejerce, si los argumentos utilizados violan la Constitución y las leyes que se quieren esgrimir.
Tildar a un ciudadano, sea camarada o no, sea por nosotros estimado o no de "mono", "chimpancé", burlarnos de su color de piel, de su preferencia sexual, de su físico, de su religión, de su nacionalidad, etc., nos coloca en un nivel inferior a él.
Esas expresiones son naturales en la derecha fascista, retrógrada; en grupos fundamentalistas, en aquellos sujetos que se creen de una raza superior con derecho a llevarse por delante a otros cuyos ojos o pigmentación sea más oscura que la de ellos; maltratadores y esclavizadores de los pobres.
Son expresiones como las que usa el sionismo en contra del pueblo palestino. No nos pertenecen a nosotros y nosotras los amorosos, soñadores, luchadores por la justicia, amantes de una sociedad igualitaria; mucho menos a nosotros los y las chavistas, quienes heredamos de nuestro líder un cúmulo de aprendizaje en el amplio espectro del respeto y reconocimiento al otro. Y no son la forma válida para conseguir la transformación de la sociedad en la que vivimos ni la formación de ese hombre y mujer nuevos.
Por lo que con mi más alta consideración me he dirigido a usted, y me despido, a la espera de que mi aporte sirva para mejorar nuestro andar, nuestro militar, nuestro ser.