A Maduro no lo tumba nadie, y mejor para todos pero en especial, para la escualidad insensata que reiterativamente se pone a jorungar ese avispero que es el pueblo patriota, sin medir las consecuencias.
Ni que ambos pranes -Lorent Saleh and Lorent Mendoza- amalgamen sus respectivos pranatos, el de “La plastilina-C4” y el de la “Harina Prán”, en función de conformar un masacote mortal contra el Estado Venezolano, y ni que llamen a María[lalokaderemate] y/o al Vampiro Mayor de Caracas van a poder tumbar a Maduro porque Maduro está firme y cada día más.
Ya Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y ni que dudar de Jaime Lusinchi o de Luis Herrera Campins, le habrían ordenado a la policía, buscar a dichos sinvergüenzas -Lorent y Lorent- y, con una buena peinilla, zamparles una zaparapanda de pranazos por ese furrutako, a cada cual prán; mas, para un Estado social de derecho y de justicia, tal el nuestro, los oprobiosos métodos de la democracia morbosa cuarta republicana quedaron atrás para siempre (pero es lo que provoca).
Desde la época de Pérez Jiménez [1948-1958] hasta la de los antes citados [1958-1998] lo de la policía era, además de cada peinillazo por ese bicho, la tortura y las desapariciones de ciudadanos, ¡prán! ¡prán! y más ¡prán! al aire [de los pulmones].
¡Esos si fueron 50 años de violaciones a los derechos humanos, no ahora!
Pero, hay que meter en cintura a quienes pretendan retrotraernos a la era de la barbarie perezjimenista-adecocopeyana (guanábana).
Helos ahí a los tocayos Lorent, uno tal cual el otro, terroristas; lo que los diferencia entre sí es el método de matar, mientras un mata con explosivo en forma de plastilina, el otro mueve los resortes de la escasez para matar por inanición, valga decir que matan de un solo coñazo o lentamente.
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