La Política como liberación

Mi buen maestro y amigo Enrique Dussel, habla de la política como un acto liberador. Como una resistencia a las formas de opresión y control, construido desde las lógicas liberales que asumen la política como un instrumento del poder, eso es como la capacidad de imponerse unos sobre otros. Para Dussel (y para mi) la política es un acto de resistencia a las formas que se han impuesto, a saber: 1) como un arte de engaño, destinado a confundir (no sólo al adversario sino a los propios seguidores); 2) relación entre medio y fin, donde el objetivo final (el poder en el sentido weberiano de control) justifica cualquier medio de actuar, 3) como relación amigo-enemigo, en donde el “otro” no solo es deshumanizado, sino debe ser destruido, 4) como acción o consenso discursivo, jugando un papel la comunicación política o la subordinación de la política como deliberación al poder de las imágenes, 5) como negociación de acuerdos, indicando que se puede negociar (claudicar en los principios liberadores) para conseguir el mismo “fin”: el poder, 6) la política como campo independiente de lo económico, una visión típicamente liberal y 8) la política como toma del poder.

Todas estas formas generan la fetichización de la política, la enajenación (en el sentido marxista de alienación) de la política. Resulta interesante las continuas advertencias que en varios momentos del proceso político reciente, realizara Chávez sobre estos peligros. Hoy en su ausencia, viene generándose un proceso peligroso, que amenaza con arrasar la moral y la ética revolucionaria como impulso histórico del proceso de construcción del proyecto bolivariano.

En buena parte de la estructura de poder interno del PSUV, particularmente en las estructuras del poder regional y municipal viene gestándose iniciativas de praxis política que asumen el hacer enmarcados en una de estas 8 formas (o desvíos) de la política. Vemos con preocupación cómo hay responsabilidad de funcionarios en la estructura institucional del Estado (a nivel nacional, regional o municipal) que se comportan asumiendo una idea de la política como mandar-mandando, eso es como imposición dominante, característico del modelo liberal. Sí el proceso revolucionario quiere mantener la hegemonía que ha construido y que le ha permitido ganar 18 de 19 procesos electorales, debe retomar una praxis política enmarcada por una ética revolucionaria y alejada del pragmatismo y el utilitarismo (tareismo) que la ha permeado en estos dos (2) últimos años.

Pareciera existir una campaña contra quienes desde el combate de las ideas, pero también desde la acción militante que asume la discusión teórica y política, hacen llamados a retomar el camino de construcción de un bloque histórico amplío, basado más en el convencimiento ético que en la imposición. Vemos con preocupación cómo mecanismos significativos de renuncia a la construcción de una verdadera vía revolucionaria a la política como acto liberador se viene imponiendo, poco a poco por un utilitarismo rentista y usufructuante del poder. El reciente Congreso Ideológico fue un momento luminiscente para el debate, pero ya ese ambiente de discusión y crítica ha caído en el letargo y viene siendo sustituido aceleradamente por una pelea rapaz por protagonismos intestinos por cargos de elección (diputados, alcaldes). Un caso peligroso es el del Zulia, estado fronterizo que forma parte del corredor electoral (junto a Dtto Capital, Miranda, Aragua, Carabobo, entre otros) que define los procesos comiciales.

La joya de la corona es la Alcaldía de Maracaibo. En los últimos años (2010 hasta la actualidad) se viene deteriorando la capacidad política del PSUV para construir una alternativa política válida al predominio de Un Nuevo Tiempo (UNT) en este espacio. En 2010, el PSUV obtuvo 203.790 votos (41%) y UNT 289.228 (58,64%). En el 2013 el PSUV tuvo 259.669 (46,64%) y UNT 288.071 (51,74%). En apariencia una reducción importante de la diferencia (56.000 votos más para el PSUV y casi 1000 votos menos para UNT) pero detrás de esta cifra, hay condicionantes de cualidad revolucionaria que no deben ser ignoradas.

El candidato del PSUV en las elecciones del 2013, declaró en algún momento que la estructura municipal de Maracaibo había confabulado en la derrota. Es sabido, como en algunos sectores de la estructura municipal del PSUV cayó muy mal (por ambiciones personales de algún pre-candidato) la designación de Miguel Ángel Pérez Pirela. Su derrota estrecha, tuvo que ver con la “inmovilización” que impulsó uno de esos pre-candidatos en sus seguidores para no apoyar al candidato impuesto por la Dirección Política Nacional. Este hecho muestra la evidencia de la existencia en lo interno del PSUV de esa visión de la política típicamente tradicional. El resultado, el PSUV perdió la Alcaldía y abandono el trabajo político. Será interesante ver como hace ahora se pre-candidato para convencer de la necesidad de derrotar a la actual Alcaldesa. En el fondo, prevalece una visión profundamente egoísta y liberal de la política, pues se prefirió perder la alcaldía, antes que trabajar unitariamente por el triunfo del proyecto bolivariano. Es la lógica de “sí no soy yo, no es nadie”. Lo peor, es que hoy ese pre-candidato pretende ser (de nuevo) el abanderado del PSUV. Mientras, la estructura municipal está muy ocupada, pues la mayoría de sus miembros tienen responsabilidades burocráticas en el Gobierno Regional y eso sirve para justificar la ausencia de reuniones para discutir la política. Así no se gana y menos aún, se hace revolución.

El autor es: Dr. Historiador/politólogo

Juane1208@gmail.com



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Juan Eduardo Romero

Dr. Mgs. DEA. Historiador e Investigador. Universidad del Zulia

 juane1208@gmail.com

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