Un extraordinario cuento del mexicano Juan Rulfo, Mientras voy viendo como el tiempo intenta ganarle la partida a la verdad y la verdad terca se va metiendo por rendijas y pequeños hoyos para salir a flote y señalar a unos criminales que con lujo de frialdad van inventando coartadas, preparando evidencias y mirando la verdad con asco.
Lo cierto es que José Vicente Habló y es que esta vez no se trata de un falso título de abogado para ser Embajador de la República en un país de habla inglesa sin saber hablar inglés, ni tampoco de haber sacado unos kilos de carne del Bicentenario, se trata de un asesinato donde un ciudadano recibe 32 balazos y otros quien sabe cuántos y el silencio del poder va cobijando al poder.
Yo espero llegar a Venezuela en febrero y como el cuento de Rulfo solo le digo al que tenga que oír “diles que no me maten” que no me siembren una pistola, que no me acusen de periodista vinculado al terrorismo, que no me lleven a El Rosal a interrogarme y luego digan que tengo tosferina, que en alguna pantalla de tv no se me señale como paraco, que algún teórico de esos que como algún exalcalde guarde silencio ante el dedo flamígero de los nuevos iluminados o dueños de la razón y la verdad y claro que no me persigan con teas ardiendo diciendo “escribe en aporrea lapídenlo” .
Aplaudo la ruptura del silencio por parte de José Vicente Rangel, si ese adalid de los derechos humanos en la patria, mas de una vez la voz de los sin voz y la palabra oportuna ante la desesperanza, bien ahora a seguir diciendo lo que de verdad huele a crimen a seguir aclarando lo que esta opaco, a romper el silencio y alzar la voz frente a lo que parece fue un crimen con todas sus letras.
El color de la sangre jamás se olvida así gritan los hoy jóvenes en todas partes del mundo yo grito con ellos y me indigna que algunos “sesudos analistas” con palabras mas o menos desearan hacer ver a las víctimas como verdugos, a los asesinados como asesinos, a los atropellados como criminales a los humildes como mafiosos y que aun después de muertos los siguen colocando como…. Mejor ni decirlo no hay adjetivos para quien trata de conciliar la mentira del criminal con la verdad de la víctima.
Líneas de Rulfo -¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.
-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.
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Me preocupa y no solo sé que lo puedo decir detrás de las cortinas que tapan la luz, en voz baja para no molestar al que dice ser la autoridad. Pero aun así tendrán que oírnos somos millones de murmullos, de silentes que caminamos, señalando como ayer los excesos.
Mientras tanto voy camino a buscar un pedazo de pan dulce y un vaso de agua y llamo a mi madre y me cuenta o me dice “José Vicente habló a ver qué pasa ahora” …