Conozco a Andrés Cova Mata desde hace varios años, contando con su amistad y cada vez que converso con él, he logrado un extraordinario recorrido por la historia reciente de nuestro país y por la lucha armada de los años 60,70, 80.
Mi buen amigo es un protagonista importante de la lucha armada en Venezuela, un comandante guerrillero importante que compartió con figuras de la talla del Comandante Américo Silva, Fernando Soto Rojas, Carlos Betancourt (a) Comandante Gerónimo, Simón Sáenz Mérida, entre otros.
El gordo Manzanilla; que era el alias de este combatiente que aparece reseñado en el libro que escribió el asesino de la CIA Posada Carriles; dedicó parte de su vida en la lucha contra los regímenes de la cuarta república.
He disfrutado de los relatos de mi amigo sobre su participación en la fuga de la Pica en los años 70 en donde un grupo de guerrilleros con ayuda externa de sus camaradas se fugaron de esta cárcel en el Oriente del país.
Me he documentado sobre este hecho y he visto la participación de dirigir esta fuga, demostrando una sangre fría y un valor a toda prueba que aparece en la entrevista de los fugados que realizó la periodista Irma Barreto.
Varios años recorrió mi buen amigo como "cimarrón" en las décadas 60, 70 y 80, pacificándose al final de los años 80, recorriendo varios países completando su preparación militar, contando con varios cursos de inteligencia y de Estado Mayor.
Consecuente es la palabra con la cual se puede describir a (a) Manzanilla, un hombre consecuente con la revolución y la lucha contra el imperialismo, en donde ha dejado pedazos de piel.
Al profundizar en la vida de Andrés, es necesario reseñar su valor ante la tortura que fue sometido. Es pertinente decir que fue torturado por el mismo Posada y no pudieron quebrar su inquebrantable valor revolucionario.
En las cientos; para no decir miles; de conversaciones que he tenido con Andrés he observado una entrega; sin pedir nada a cambio; de este revolucionario a favor de los más desposeídos.
Conocemos de igual manera sus escritos como periodista, político y poeta y los hemos disfrutado al máximo, ya que de una manera generosa Andrés ha puesto en mis manos.
Hoy los años lo han doblegado, cosa que no pudo ni Posada ni López Cisco, pero igual se encuentra incólume, duro como el acero, con su sonrisa irónica a flor de piel, como un quijote venezolano y al verlo no tenemos la menor duda que vencerá este percance de salud para seguir aportando con su sabiduría y claridad en este proceso que vivimos en Venezuela.