Menos mal que en Venezuela hay un pueblo revolucionario que se hizo una transfusión con la sangre leal, solidaria y patriota de Chávez y está bien claro, porque en este proceso bolivariano a veces ocurren cosas como para volverse loco.
Después de 15 años combatiendo a la oposición, de un Golpe de Estado que se hizo permanente con la inclusión de un paro petrolero, una guerra económica con una especulación insoportable, un llamado de arrechera con 15 muertos; guarimbas, destrucción, bachaqueros, desabastecimientos de medicinas y alimentos, y discursos chavistas abarrotados de consignas caladas a manera de incisos: “Sigamos el legado de Chávez”, “en Venezuela manda el pueblo”, “Aquí se hace lo que dice la mayoría”, viene Nacho, uno de los integrantes del dúo, “Chino y Nacho”, que apoyó a Leopoldo López y su violencia, a decirle a Jorge Rodríguez, líder fundamental de la revolución en un tuit, así como a los chavistas que apoyan la decisión del Alcalde del municipio Libertador de presentarlo en el Festival Suena Caracas: “hay que oír al pueblo y hacerle caso”.
El mundo al revés. Un adversario de la oposición excluyente sugiriéndole a gente del chavismo, que debe escuchar a la mayoría que se pronuncia en contra de que ellos se presenten al festival bolivariano que organiza la Alcaldía.
Y entonces yo tengo que decir que estoy de acuerdo con Nacho, porque me puse del lado de las personas que se oponen a la actuación de apátridas en ese espectáculo; además el par de vocalistas tampoco quiere participar en vista del rechazo, pero el alcalde Rodríguez, dado su silencio, parece querer verlo sobre la tarima en contraposición a ese grupo inmenso al que se debe la revolución.
Para mayor preocupación, Nacho, da la sensación de tener bien claro lo que significa el término tolerancia, dice en el mismo tuit: “no, no pido tolerancia”, el mismo sabe que no se puede ser tolerante con quienes apoyaron a los destructores del país, en cambio, Jorge Rodríguez, un hombre de quien no se pone en duda su inteligencia, uno siente con tristeza que confunde tolerancia con dignidad.
Creo que con la tolerancia y la dignidad ocurre como con los policías y los ladrones. Hay una línea tan delgada de separación que muchas veces el funcionario del orden público termina del otro lado.
Así debemos ser tolerantes, pero sin perder de vista la dignidad que tenemos ahí al lado bien pegadita; por eso, con el dolor del alma debo decir que no podemos aplaudir a los que están a favor de la gente que le hace daño a Venezuela, y produce la muerte de gente inocente e indefensa tal cual ha sucedido en este país.
De todas maneras, pienso que si en estos momentos cabe aplicar el término tolerancia es al mismo Jorge Rodríguez, compatriota y camarada alcalde que sin necesidad de analizarlo tanto, debe más bien darse la mano con esa masa roja rojita grande que lo aprecia, lo quiere y lo necesita.