Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Asistimos al deslave del sueño de Chávez, los pasos de la capitulación ocurren con precisión de conjura, bajo un torrencial de palabrerío irresponsable se cuelan las medidas de la entrega de la Patria y de la herencia del Comandante. Los voceros afirman cualquier cosa, son magos de pacotilla que intentan convertir el plomo en oro, los descalabros de la Revolución en Socialismo; las victorias de la socialdemocracia, de la democracia burguesa, en logros chavistas. Mientras ellos juegan sus malabares de circo, el capitalismo nos estafa como se haría con un jovenzuelo nuevo rico deslumbrado con la riqueza adquirida sin esfuerzo.
En los últimos meses y por sobre las advertencias, las críticas, las claras señales, el gobierno insiste en seguir el camino de la restauración. La socialdemocracia, la democracia burguesa, es el nuevo paradigma, la medida de todas las acciones, la meta. Regresamos al pacto de punto fijo que se pensaba superado. De esta manera, el 4 de Febrero quedó reducido a unas simples siglas sin ningún contenido, de un plumazo fue desechado el rojo heroico de las boinas que una madrugada nos devolvieron la dignidad, nos despertaron pueblo heredero de Libertadores, capaces de fundar nuevos caminos para la humanidad.
Las leyes que favorecen al capitalismo internacional se fabrican en camarillas de felonía. El ideal de Chávez, su pensamiento, es convertido en justificación del capitalismo, de su lógica, que tanto combatió. Pronto veremos el territorio poblado de maquilas, de contaminación, de explotación brutal de los humanos, y ese crimen nos lo presentarán como "progreso," igual al de China, o la India, con sus altos niveles de suicidios, pocos millonarios y mayoría de mano de obra esclava, ríos podridos, aire apestoso, existencia infeliz.
El consumismo desaforado sustituyó a la conciencia del deber social, volvimos a la conciencia del "dame dos", pero ahora somos una copia triste de aquella bonanza que desembocó en la masacre del 27 de febrero. Las colas de fáciles consumidores de lujos extraños suplantaron a aquellas marchas impresionantes en las cuatro avenidas. El clientelismo grosero, la rebatiña de lo material, la mentalidad mercenaria, reemplazó a la pasión de los que saben que luchan por objetivos altruistas, de los que tienen razones sagradas para tomar parte en los combates por la humanidad, por la Patria
La pelea contra el capitalismo se ha convertido en una guerra bufa contra las manifestaciones más pueriles de este sistema, entre tanto, se protege al sistema con miles de excusas. Estimulamos sus valores, el egoísmo es bandera del capitalismo y también de la Revolución. Prestigiamos las formas de la democracia burguesa, su manera de elegir, sus cargos fuente de privilegios.
Es larga la descripción de lo que se construye en estos últimos meses, el cambio está a la vista. El desencanto de la masa se manifiesta claramente, allí están los resultados de las últimas elecciones, la Revolución se nos diluye en nuestras propias narices. Entramos en tiempos luctuosos: entregamos el sueño del Comandante, entregamos el camino al Socialismo de manera definitiva, o con excusas inservibles nos quedamos inertes frente al camino hacia el fascismo.
En esta hora difícil las responsabilidades no son iguales. Unos, los dirigentes, tienen como nunca la responsabilidad de dirigir, de trazar caminos para salir de este pantanal al que nos condujo la inercia por el duelo del asesinato de Chávez. Es hora ya de despertar, de tomar cuenta que continuar el camino que él trazó no es obra espontánea, que sería suficiente seguir el eco de su memoria, su mandato truncado, falsificado... ¡No! El momento exige luchar contra la corriente que se instaló en medio de nuestra omisión, negligencia, volver al camino que nos dejó trazado el Comandante, el Socialismo, rescatarlo de la retórica fraudulenta, darle vida, que la masa lo asuma como suyo.
La masa espera por sus dirigentes, por aquellos que no quieren pasar a la historia con el lamentable recuerdo de lo que dejaron perder, con su flojedad, con su indolencia, la oportunidad para la felicidad del humano, el rescate de su posibilidad como especie, que nos legó el Comandante Chávez. La masa espera por los dirigentes que sientan en sus entrañas la vergüenza de no pasar a la historia como aquellos que traicionaron su memoria.
Cerramos con dos pensamientos de José Martí:
"Los malos no triunfan sino donde los buenos son indiferentes"
"El que no sabe honrar a los grandes no es digno de descender de ellos"