Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Repetimos: no hay guerra económica, este concepto es reaccionario y, además, errado. Supone que el sistema capitalista no es el villano sino algunos que se salen del redil y producen colas, o los malucos que contrabandean o los especuladores, que esos son el problema. Entonces, es suficiente acabar con estas manchas, soltar bastantes dólares al mercado, para equilibrar el capitalismo y así todo marchará bien.
A la anterior fantasía se reduce el Socialismo de los socialdemócratas. Tienen siglos con esa farsa. Sólo cuando este gobierno entienda que lo que ellos llaman "guerra económica" es la naturaleza del capitalismo, y que sólo su superación resuelve los problemas, podrán tomar las medidas correctas; sólo cuando se convenzan de que la "receta" reformista, el pragmatismo, no da ningún resultado podrán llamarse con propiedad ¡Socialistas!, herederos de Chávez.
Lo que ellos llaman guerra económica, es decir el capitalismo, sigue su camino orondo. Ahora se dieron cuenta de que el monstruo es mutante, que sólo se pueden neutralizar ciertas zonas de su actividad, que se resiste a los controles y siempre se sale con la suya buscando las zonas de menor resistencia, de bajo control, que allí prospera y no tiene otra meta que el lucro, la ganancia. Pero les falta avanzar y convencerse que mientras exista el espíritu egoísta, la hegemonía de las relaciones de propiedad nosocial, el sistema será el capitalismo. Podrán cambiarle el nombre pero no su lógica, es decir, siempre habrá ¡guerra! de los poseedores contra los desposeídos, ésta sí que es la verdadera guerra, la que ellos evitan enfrentar.
El camino de la socialdemocracia -aparentar ser socialistas, atacar al capitalismo sólo en lo accesorio, apoyarlo en lo esencial- es una ilusión con patas cortas, el monstruo exige rendición total, no funciona a medias. Para apropiarse de la riqueza social exige un gobierno totalmente entregado capaz de resolver con represión la contradicción masa clientelar - recursos limitados para satisfacer expectativas infinitas de consumo. Así, el gobierno que tome el camino de la socialdemocracia rápidamente se le presenta una encrucijada, o deja el campo reformista o se transforma en una dictadura vestida de falsa democracia, como los gobiernos de la cuarta. Si se mantiene en el claroscuro un golpe resuelve el dilema.
La situación es grave para el gobierno aunque se resistan a entenderlo, aunque la tapen con pases de televisión y palabrerío. Es necesario revertir el camino de la socialdemocracia. Esto se hace cada día más difícil porque la alianza con el capital trae consecuencias políticas que debilitan al gobierno, le restan credibilidad porque producen un desfase entre el discurso chavista, socialista, y la práctica capitalista desvergonzada; se hace un acto con los capitalistas en la mañana, y en la tarde se ataca a roig, como si el problema fuese una persona y no un sistema. Ese es el más importante reto del gobierno, restablecer la conexión sentimental perdida con el pragmatismo y el coqueteo con los capitalistas. Esta credibilidad no se recupera gritando un poco más fuerte, se rescata demostrando en la práctica que se retomó el camino de enfrentarse al capitalismo.
Cada día que pasa la situación se agrava, la Revolución, el gobierno, pierde base social, la pasión se apaga, las razones sagradas para luchar y apoyar desaparecen. Cada día, la "lógica del capital", como si fuese una epidemia, se riega por el gobierno produciendo un sálvese el que pueda, una cacería de brujas. Cada día que pasa hay menos de un campo y más del otro.
"Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca (Martí)