¡Viva el Presidente Maduro! ¡Viva Diosdado! ¡Viva Jaua! ¡Viva Ramírez!

Por Toby Valderrama y Antonio Aponte

La política es una acción nacional, no se trata de un pleito personal, se pone en juego el destino de un país, del mundo. Lo anterior es verdad siempre, pero cuando de Revolución se trata, entonces, la política requiere de la mayor grandeza que pueda alcanzar el ser humano.


Una de las armas más importante de la reacción oligarca es atacar a la dirección revolucionaria, desprestigiarla. La aíslan, dicen los oligarcas que los líderes son "privilegiados", que se aprovechan de nosotros, la batalla es contra la dirección; con esta argucia dejan a la Revolución sin dirección y ya sabemos que sin dirección, en manos del espontaneísmo, los procesos se truncan, mueren. En aras de un igualitarismo tonto desmantelan a la dirección: "todos somos iguales", las necesidades propias de la función de la dirección son asimiladas a privilegios, se recurre a la mentalidad aldeana para sembrar la discordia.


La Revolución debe proteger a sus dirigentes siempre, y debe criticarles duro, siempre. La crítica debe ser para mejorar, para construir, nunca para destruir y abrir camino a la oligarquía. ¿Cuántas Revoluciones han perdido a sus líderes por inconciencia de sus bases, por no defenderlos? Allí está Martí, la Revolución no supo protegerlo, lo impulsó a un combate innecesario y quedó huérfana de uno de los mayores líderes que ha parido América.


La campaña contra la dirección está en marcha, y no debemos hacerle el juego, es con esta dirección que debemos avanzar. Ha cometido errores, los comete, pero la tarea es impulsar la rectificación, no la sustitución. Debemos advertir del peligro fascista, lo erróneo del maridaje con el capitalismo, debemos denunciar las desviaciones socialdemócratas, con eso intentamos fortalecer a la dirección y al camino correcto. La crítica es la única manera conseguir esa fuerza.


La campaña está en marcha, ya se ataca a los Ministros más conspicuos: a Ramírez no le perdonan su lealtad absoluta con Chávez en el rescate de la industria petrolera, ahora se le pretende lanzar a la pira; ya Jaua está en la picota; Diosdado es víctima de mil infundios. ¿Quién vendrá? Es verdad que la dirección abre grietas para el ataque, pero también es verdad que a la oligarquía y a los oportunistas se les ve la intención de debilitar a la Revolución aislando a su dirección. La acusación contra Jaua es una verdadera ridiculez. Que un poderoso imperio como el Brasil acuse a Jaua, a sus empleados, de tráfico de armas por un revolvito da pena ajena, queda claro que es una maniobra.


Dos puntos nos quedan por reafirmar:

Estamos de acuerdo con que es necesario que el Estado proporcione a sus altos funcionarios las mejores condiciones para la realización de sus tareas, que cubra esas necesidades, entre ellas y muy importante, transporte, seguridad. Eso no es privilegio. Repetimos: la vida de esos Ministros no es fácil, como no lo fue la vida del Comandante, se consumen en el servicio al pueblo. Lo anterior, repetimos, no los exime de la crítica dura.


Reafirmamos nuestras profundas diferencias con la dirección, las que nos han causado ataques e incomprensiones; no obstante, seguiremos criticando duro, estamos seguros de que el camino es la rectificación porque creemos que es con esta dirección que el Socialismo vive o muere.

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Toby Valderrama


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